miércoles, 3 de julio de 2019

Bélgica 2017

[... continuación de la entrada anterior París 2017]

Día 6: Dom 21may17

El trayecto en tren desde París duró casi 1 hora y media y una prima mía y su esposo nos estaban esperando en la estación de trenes Bruxelles Midi, la más cercana al centro de la ciudad. Fuimos a su casa para dejar las maletas y empezar con el tour a lo más representativo del país: la cerveza. Y empezamos allí mismo: donde tenían una refrigeradora exclusivamente dedicada para almacenar una cantidad impresionante de cervezas de distintos tipos. La pasión con la que nos describían cada tipo de cerveza que probamos hizo que repitiéramos la ronda, no el tipo de cerveza, antes de salir hacia el centro de la ciudad.



Caminamos aproximadamente 25 minutos hasta llegar a la plaza central de Bruselas donde está el Palacio Real, para esta fecha iluminado de muchos colores como todos los edificios que rodeaban la plaza. La superficie empedrada del suelo estaba tan limpia que nos sentamos sobre ella y nos quedamos conversando y sacando varias fotos, como todos los demás visitantes que llenaban el lugar. Recorrimos los negocios que estaban cerca, tiendas de chocolates, algunos restaurantes, la tienda de los Pitufos y por supuesto, bares. Fuimos a cenar muy cerca de la plaza al “Chez Willy” donde comimos y bebimos muy bien.



Antes de ir a descansar, hicimos un breve recorrido por unos bares del centro, que para ser domingo en la noche, tenían bastante gente todavía. Era imposible recordar todas las marcas y variedades de cervezas que probamos en esas pocas horas que llevábamos en Bélgica, pero la calidad de cada una de ellas es algo digno de resaltar.



De camino a casa encontramos la famosa estatua del “Manneken Pis” que literalmente significa “hombrecito que orina” y era mucho más pequeña de lo que pude imaginar (sólo mide 61 cm de alto). A pesar de la hora (casi 1 am) todavía había mucha gente esperando sacarse una foto con esta atracción de la ciudad.



Día 7: Lun 22may17

El día empezó temprano, con un desayuno en la misma estación de trenes: café y waffles, como tenía que ser. El viaje costó poco menos de €15 por persona y demoró 1 hora. Apenas llegando a Brujas, la arquitectura de las primeras casas llama fuertemente mi atención: techos muy altos a dos aguas, fachadas escalonadas, cubiertas con tejas de color naranja, paredes de ladrillos en su mayoría, muy pocas de ellas pintadas y calles impecables de pisos empedrados.



Caminando hacia el centro de la ciudad pasamos por la Catedral de San Salvador, hermoso edificio gótico de casi 800 años de antigüedad y en perfecto estado de conservación. Aunque no estaba abierta al momento de la visita, solo contemplarla por fuera fue digno de admiración.



Seguimos caminando por una de las calles más comerciales de la ciudad, la Steenstraat, que desemboca en la plaza principal, en una esquina donde se ubican dos de las mejores chocolaterías del mundo: Godiva y Pierre Marcolini. Es imposible no pasar a probar los helados de Marcolini cubiertos con chocolate a €5 cada uno, es una verdadera delicia.



La plaza central tiene una de las atracciones de la ciudad: el Campanario de Brujas, otro impresionante edificio de estilo gótico, de más de 80 m de altura y con un reloj en la parte superior. En otro lado de la plaza, se encuentra el Gran Palacio que alberga las autoridades de la ciudad y el mercado cubierto con sus toldos de color verde y restaurantes (y bares) alrededor.





Mientras caminábamos por una de las calles cerca a la plaza encontramos una estación para pasear en unos botes que hacían recorridos por los canales de la ciudad, abordamos uno de ellos a un precio de €8 por persona y disfrutamos de vistas muy bonitas que solo pueden lograrse desde estos botes, pasar por debajo de los puentes empedrados, disfrutar de la sombra de los árboles de las calles y encontrar un grupo de cisnes nadando sin inmutarse por nuestra presencia.



Después del paseo en bote tuvimos tiempo para recorrer los alrededores de la ciudad a pie, visitar las tiendas que ofrecían souvenirs, cervezas, chocolates y otros artículos de fabricación local. Debido a la propia naturaleza de la ciudad, existe una inmensa cantidad de puentes que cruzan los canales, áreas verdes, parques y calles donde mucha gente pasea en bicicleta, otra de las entretenidas formas de ver la ciudad. Paseando por estas calles es que encontramos una de las joyas de la ciudad: uno de los bares más antiguos del mundo: Herberghe Vlissinghe que según muestra orgulloso en su entrada, data de 1515.



Al caer la tarde, estábamos listos para regresar a Bruselas no sin antes disfrutar de unas cervezas bien frías en el bar “Nieuw Walnutje”. Este bar tenía una muy buena carta de cervezas, ambiente agradable en el patio exterior del local y excelente atención. Llegamos a Bruselas casi al finalizar la tarde y fuimos a cenar al “In T´Spinnekopke”, muy buena opción para probar la auténtica cocina belga. Después de cenar, fuimos a uno de los mejores bares de Bruselas: “Poechenellekelder” a unos pasos del Manneken Pis, con una carta interminable de cervezas locales y un mejor servicio, puesto a prueba cada vez que preguntábamos sobre las características de una cerveza al mozo y este respondía con absoluta solvencia. Tomamos una mesa en el exterior del local, pero cabe resaltar la hermosa decoración del interior, con una colección de antigüedades como muñecos, muebles, relojes, cuadros, fotos y armas.

Día 8: Mar 23may17

La mañana estaba bastante nublada, lo cual era favorable para empezar la caminata del día. Teníamos que aprovechar al máximo el día porque en la noche volaríamos a Budapest. Empezamos temprano recorriendo el centro histórico y financiero de la ciudad, una mezcla de edificios antiguos con otros muy modernos y me llamó la atención que todas las calles y señales estaban en holandés y francés, ambos idiomas oficiales del país.

La primera parada la hicimos en la Plaza del Congreso desde donde se tiene una magnífica vista de la ciudad. En el centro de la plaza se encontraba la Columna del Congreso, la cual tenía en su cúspide una estatua del primer rey de Bélgica: Leopoldo I, al pie las estatuas de formas femeninas que representan las cuatro libertades: culto, prensa, educación y asociación y dos leones de bronce que resguardan el frente del monumento. La tumba del soldado desconocido, también al pie de la columna, es un homenaje a los caídos en la Primera Guerra Mundial.



Me llamó la atención que no había mucha gente en las calles, a pesar que el día empezó a aclarar rápidamente. Avanzamos hasta el Parque de Bruselas, el cual tiene una buena extensión de jardines y árboles que contrasta con la modernidad de los alrededores. Las calles de esta área no lucen muy saturadas de vehículos, lo cual ayuda a apreciar mejor la arquitectura de los edificios, algunos tranvías que recorren la ciudad y poco a poco, más gente en las calles. Al poco rato habíamos llegado al Palacio Real de Bruselas, el cual está cercado en su totalidad y sirve como oficina principal del rey, aunque en la práctica esto no sucede.



La Catedral de San Miguel y Santa Gudula fue una de las más bellas vistas que apreciamos en la ciudad, con sus dos imponentes torres de más de 60 m de altura, la catedral está impecablemente adornada por hermosos vitrales en su interior, acabados en mármol y un precioso púlpito que en su base muestra a Adán y Eva expulsados del edén, mientras en su parte superior se muestra a la Virgen María y Jesús representando la redención. Frente al púlpito, el gigantesco órgano de la catedral.





Otra de las iglesias importantes de la ciudad es la Iglesia de Saint Jacques sur Coudenberg ubicada en el mismo Palacio Real, adornada en la fachada su torre central el campanario y el reloj que adornan la estructura. Frente a la iglesia, se encuentra la imponente estatua de bronce en honor a Godofredo de Bouillón, gobernador de Jesusalén después de conquistarlo bajo el título de “Defensor del Santo Sepulcro”. Cabe resaltar que esta fue la primera estatua ecuestre de la ciudad.





La tarde iba llegando y seguíamos caminando por las hermosas calles de Bruselas, descubriendo edificios de estilo gótico, iglesias más pequeñas y locales comerciales, restaurantes y bares con bastante ambiente. Regresamos para recoger las maletas y tomar el tren que nos llevaría al aeropuerto, a un precio de €10 por persona.

[Continúa en la siguiente entrada Budapest 2017...]

Dónde comer?

“Chez Willy”, ubicado en la rue de la Fourche 14 Bruselas, comida franco-belga, pequeño pero muy bueno en calidad. dos platos de fondo, un par de cervezas y postres por €79.

"In T´Spinnekopke", ubicado en Place du Jardin aux Fleurs 1 Bruselas, muy buena comida: filet mignon y un caldo inmenso de mariscos y todo tipo de frutos del mar. El servicio es un poco lento. Precio referencial por los platos de fondo, cuatro cervezas y agua es de €104.

“Poechenellekelder”, ubicado en rue de Chene 5 Bruselas, excelente y amplísima variedad de cervezas locales princilamente, el servicio es estupendo y rápido, muy atento. Absolutamente recomendable.