lunes, 13 de mayo de 2019

Paris 2017

Día 1: Mar 16may17

Después de casi 14 horas volando desde Lima y una escala en Madrid, habíamos llegado al aeropuerto de Orly en París. Este aeropuerto es más pequeño que el Charles de Gaulle y mayormente atiende vuelos locales y entre países europeos. El cansancio del vuelo, la espera de las maletas y siendo casi las 8 pm (aún había luz natural en la calle) y preferí tomar un taxi hacia el hotel por €30 (tarifa plana) y evitar el trajín de tomar el metro arrastrando mis maletas. El conductor no hablaba (o no quería hablar) inglés ni español y tampoco iba a esforzarse por tratar de sostener una conversación durante el viaje lo cual me hizo apreciar mejor la ruta.

Felizmente el tráfico no fue muy intenso y llegué al hotel después de un trayecto de poco más de 30 minutos. Después de dejar las cosas y tomar una ducha, estaba ansioso por salir a dar una vuelta aprovechando que todavía había luz solar en la calle a pesar que el reloj ya marcaba las 9:30 pm. Era primavera en París, el cielo estaba despejado y el clima muy bueno para caminar.

Las calles de la zona evocaban recuerdos de películas filmadas en París, edificios clásicos, pequeños balcones, muchos cafés, restaurantes y bares con pequeñas mesas colocadas sobre la vereda, la gran mayoría abarrotados de gente cenando, tomando café o bebiendo una copa de vino. Una esquina (Bourbonnais con Saint-Dominique) en particular llamó mi atención porque frente a mí asomaba la imponente Torre Eiffel al mismo tiempo que el encanto contrastaba con el bullicio proveniente de un par de restaurantes muy iluminados y atiborrados de gente.

Siendo casi las 10 de la noche, me acerqué a ver el menú del restaurante con el nombre más pomposo: "Le Champ de Mars" y casi de inmediato, se apareció frente a mí el encargado, de nombre Robert, quien me preguntó de dónde era y al saber que era peruano, me dijo que su esposa también era peruana. Al principio me pareció una estrategia para ganar simpatía, pero conocía tanto de Lima y Perú que era imposible que fuera improvisado.



Robert nos invitó unas copas de vino blanco, me sugirió ordenar el cordero (côte d’agneau) y la ternera (filet de boeuf) para mi novia, ambos con ensalada, papas a la francesa (fritas) y mostaza de Dijon. Además, pedimos vino tinto. Cada vez que podía, Robert se acercaba a la mesa para conversar, sugerirnos ideas y saber sobre la calidad del servicio de su personal. La cena estuvo muy buena, y para todo lo que comimos y bebimos, a un precio más que razonable. Con energías recargadas y a pesar de la falta de sueño, la hora, el jet lag y todo eso, fui caminando hacia la Torre Eiffel.

La iluminación la torre se podía apreciar desde cada cruce de calles, con su clásico color ámbar en contraste con el oscuro fondo del cielo nocturno. Era impresionante ver la cantidad de personas que todavía estaban en la calle caminando muchos de ellos yendo a sentarse en los jardines del Champ de Mars. Varias personas llevaban botellas de champagne, cerveza y cámaras fotográficas para pasar el momento sentados o echados sobre el césped. La imagen de la Torre Eiffel iluminándose con brillos intermitentes escarchados que se repetían cada hora es un hermoso espectáculo que genera algarabía y aplausos de los visitantes. El cansancio pasaba factura y para ser la primera noche, estuvo bueno. Siendo casi la 1 am, era hora de descansar.

Nota aparte merecen los vendedores ambulantes de ascendencia africana que caminaban atentos ofreciendo botellas de vino blanco o champagne (seguramente de baja calidad) a precios empezaban en €35 pero que rápidamente bajaban hasta €10 si no había interés de los potenciales consumidores.

Día 2: Mie 17may17

Despertamos temprano para visitar el Chateau de Versailles. Desde el hotel, debimos caminar hasta la estación del RER más cercana, ubicada a pocas cuadras, y luego tomar la línea C hasta su estación final. Cada boleto costó €3.5 y serviría para volver utilizando el mismo boleto. El trayecto fue de aproximadamente 35 minutos y al bajar del tren, hice una breve caminata por la avenida que conduce hacia la entrada del castillo. Los boletos para el ingreso se pueden comprar en las tiendas ubicadas frente a la salida de la estación del tren, por un precio de €18 que incluía el ingreso a los jardines del palacio. La fila de ingreso fue muy larga, casi media hora de espera pero finalmente entramos, habiendo dejado el trípode de mi cámara en el ingreso, por seguridad.



La exposición es muy grande, muchas pinturas, esculturas, relojes y muebles de la época, todos los ambientes muy bien restaurados y conservados, decorados con hermosos frescos en los techos pintados por artistas franceses que en aquella época habían viajado hasta Italia para estudiar. El Salón de los Espejos es el principal ambiente del palacio, tiene una vista espléndida hacia los jardines y es casi la parada final de la visita. Como es de esperar, este ambiente está siempre abarrotado de gente.



La salida hacia los jardines del palacio es una muy buena opción para caminar y aprovechar el día soleado, sentarse al lado de la gran pileta o las terrazas desde se puede contemplar la majestuosidad de los impecables jardines. Después de esta visita fuimos hacia la calle Rue de Satory donde se habían varios restaurantes para almorzar y tomar una bebida fría.



Eran casi las 3 pm y algunos restaurantes estaban cerrados así que me senté en el primero que vi abierto, “Le Coup de'Etat" donde casi de inmediato pedí dos pintas de cerveza local (Pietra, tipo roja, de Córsica), entrecôte a la parrilla y filetes de pato con ensalada. La comida estuvo buena, no espectacular, pero bien. Caminamos hacia la estación de tren y después de esperar 15 minutos ya estábamos regresando al centro de París.



Bajando de la estación de Champ de Mars, habían unos policías que bloqueaban el paso de los autos y escuché que una persona dijo en español que habían encontrado un paquete bajo sospecha de explosivo, el cual fue detonado a los pocos minutos de escuchar eso. Durante esta época había un poco de tensión por los atentados terroristas que habían sucedido el año anterior, por lo que era bastante común ver muchos policías en las calles. Dimos la vuelta por otra calle y nuevamente nos encontramos con la Torre Eiffel frente a nosotros, camino al hotel. La idea era tomar una ducha, una siesta de media hora (que fue de una hora y media al final) y salir a caminar por la afamada avenida Champs Elysees.



Antes de salir, ya se escuchaban las gotas de lluvia que caían sobre los tejados del edificio aledaño a mi habitación. Tomamos las casacas impermeables y salimos a caminar por la avenida Bosquet y luego la George V hasta Champs Elysees. Siendo las 7 pm, la noche caía y la lluvia era más intensa; sin embargo, el ímpetu por recorrer la ciudad era más grande. Camino al Arc de Triomphe nos encontramos con la famosa panadería Ladurée. Todo lo que había leído de este lugar era poco: cada uno de los "pastries" se veía espectacular y compramos 3 por aproximadamente €15 (los precios para llevar son casi 30% menos que los precios para salón y vale la pena degustar varios). Compramos un café caliente para acompañar los postres mientras seguíamos caminando y la lluvia no cesaba. Llegamos al Arc de Triomphe donde apreciamos la belleza del monumento en contraste con el cielo cediendo ante la noche.



Camino al hotel, justo antes de cruzar el río Sena, al final de la avenida George V, una vista espectacular de la Torre Eiffel nos obliga a parar para contemplarla frente al río y el iluminado puente que lo cruzaba. Era casi medianoche y seguía lloviendo en París pero cada esquina de esta ciudad era inspiración para admirar su belleza. A unos pasos de ese lugar encontramos el monumento en homenaje a Lady Di. El pronóstico de lluvia se mantuvo para los siguientes días, así que acomodamos el plan para pasar las tardes en los museos de Orsay y Louvre para evitar estar en las calles mientras llovía.



Día 3: Jue 18may17

Después de una buena noche de descanso, salimos dispuestos a caminar por la ciudad. Siempre he pensado que esta ciudad es mucho más bella cuando se recorre a pie y cada calle tiene encanto propio. El camino hacia la Plaza de la Concordia nos llevó a cruzar el río Sena por el hermoso Puente Alexandre III, que conducía hacia Invalides a la derecha y el Gran Palacio y el Petit Palace hacia la izquierda.



A la entrada del Gran Palacio nos llamó la atención los murales promocionando una exposición por el centenario de Auguste Rodin, considerado el padre de la escultura moderna, así que decidí comprar los tickets (€13 cada uno) y entrar.



La exposición estaba basada en artistas (pintores y escultores) influenciados por el legado de Rodin, muchos de ellos europeos pero algunos otros de Latinoamérica también. La presentación también contaba con óleos y retratos del francés, así como esculturas con formas humanas, animales y abstractas.



Después de un par de horas recorriendo la exposición, cruzamos el Sena y caminamos hasta la Plaza de la Concordia, al final de la avenida Champs Elysees. A pocos metros encontramos un puesto de comida al paso donde compramos unos sandwiches y bebidas.



La Plaza de la Concordia es grande (la segunda más grande de Francia) y exhibe en el centro el obelisco egipcio de 23 m de alto que fue traído desde Luxor, Egipto como obsequio en el siglo XIX. Hacia los lados norte y sur del obelisco se han construido unas piletas con estatuas.



Hacia el norte, yendo por la Rue Royale, se encuentra la Iglesia de la Madeleine, y yendo más hacia el este, la Escuela Nacional de Música y el Palacio Garnier. El pronóstico del clima indicaba que llovería a partir de las 6 de la tarde, así que siendo mediodía todavía estábamos a tiempo de caminar un poco más, ver algunas tiendas y comer antes de pensar en buscar un lugar techado para protegernos.



Una de las cosas más bonitas de París es que en medio de sus calles siempre se puede encontrar un sitio agradable para comer algo o tomar un café. En este caso, encontramos un pequeño restaurante llamado “Le Central”, con un interior muy típico de la ciudad y varios platos locales. Esta vez, pedimos el confit de canard y nuevamente entrecôte. Para ser un restaurante pequeño y relativamente barato (por los €33 de la cuenta), la calidad de los platos fue muy buena. Después del almuerzo, entramos a la galería Lafayette para pasear por unas horas esperando que cese la lluvia.



Salimos del centro comercial casi a las 7 de la noche y todavía estaba lloviendo mucho. Fuimos casi corriendo hacia la estación de metro más cercana y volvimos hacia el hotel. En el camino fue casi imposible no detenerme para hacer unas fotos de algunos edificios típicos de la arquitectura parisina. Aquella noche preferimos ir a descansar un poco más temprano que los días anteriores, ya que al día siguiente desde temprano haríamos la visita a Louvre, lo que implicaba caminar durante largas horas.



Día 4: Vie 19may17

Habiendo descansando muy bien la noche anterior, fuimos desde temprano a visitar la Catedral de Nuestra Señora (Notredame). Justo antes de llegar, cruzamos el Sena por el puente “Pont des Coeurs” desde donde se obtienen muy buenas vistas de los edificios y el mismo río. Justo antes de ingresar a Notredame encontramos una exposición de panes en la plazoleta exterior del ingreso y varios niños de la escuela dibujando la fachada de la catedral.



La fachada oeste de la catedral exhibe una hermosa escultura del juicio final ubicado sobre el portal central de ingreso. Numerosas esculturas y adornan la fachada característica con las dos torres laterales.



Dentro de la catedral se encuentran los hermosos vitrales en forma de rosa en los lados oeste y norte del edificio, construidos en el siglo XIII, esculturas dedicadas a personajes y escenas de la historia medieval francesa.



Saliendo de Notredame, cruzando el río Sena en dirección hacia el suroeste por la avenida Saint Jacques llegamos al Panteón, monumento dedicado a la memoria de los grandes personajes de la historia de Francia, muchos de ellos enterrados allí mismo.



Muy cerca, llegamos caminando a los Jardines de Luxemburgo donde nos detuvimos a descansar un poco mientras contemplamos el hermoso Palacio de Luxemburgo, la sede del senado francés, y la fuente de agua donde nadaban algunos patos silvestres.



Ya llevábamos algunos días en Paris y todavía no habíamos probado las ostras, así que apenas vimos un restaurante agradable y con buena carta nos sentamos a almorzar. El restaurante “Huguete” tenía una buena carta, mesas pequeñas sobre la vereda y un excelente chardonnay servido muy frío. Ordenamos media docena de ostras frescas y un pescado dorado entero con legumbres al vapor; muy recomendable para nuestro gusto.



Ya con el estómago lleno nos fuimos hacia el afamado e inmenso Museo de Louvre (el ingreso por persona tuvo un precio de €15). Los entendidos dicen que recorrer la totalidad del museo tomaría, al menos, un par de meses. Así que tratamos de priorizar los recintos con las obras cumbres de este museo.



Hablar de la cantidad de obras de arte que se exhiben en Louvre sería interminable y no podría hacer una descripción adecuada pero lo que más me impresionó fue la Gioconda, la Venus de Milo, la Victoria Alada de Samotracia, el Código de Hammurabi, las esculturas egipcias, romanas, arte de Mesopotamia y las innumerables pinturas.



Pasamos casi toda la tarde en el museo y salimos pasadas las 9 pm hacia un ambiente donde se encuentra la pirámide de vidrio invertida cuya punta recae ligeramente por encima de la más pequeña, apoyada sobre el piso. Ambas pirámides se encuentran justo debajo de la pirámide exterior, visible desde la calle, que es la más grande de las tres.



Caminamos hacia el Pont des Arts donde colocamos un candado para perpetuar nuestra visita, como muchas otras parejas lo han hecho y lo seguirán haciendo. Las vistas del anochecer sobre el río Sena fueron de lo más hermoso de la visita, mientras los colores del cielo iban cambiando de naranja al azul oscuro del anochecer.



Para cerrar un día magnífico, compramos una botella de vino blanco, unos potes de aceitunas verdes, queso y galletitas para sentarnos en los jardines del Champ de Mars y quedarnos por horas a contemplar la Torre Eiffel iluminada sobre el manto completamente negro del cielo de París.



Día 5: Sab 20may17

Después haber dormido por casi 10 horas, producto del cansancio acumulado y la larga caminata del día anterior, nos preparamos para ir hacia Montmartre. Desde el hotel, fue una breve caminata hasta la estación de Ecole Militare y luego en metro hacia Abbesses. Desde allí, ya se respiraba el ambiente bohemio del barrio, con cafés al aire libre, restaurantes, artistas que pintaban caricaturas y visitantes de muchas partes del mundo. Empezamos la caminata hacia la base de la basílica mientras esquivaba los turistas chinos, camareros en busca de nuevos clientes y pintores improvisados que ofrecían sus servicios.



La subida hacia la Basílica del Sacre Coure es empinada, con algunas calles atravesadas con escaleras para ascender más rápidamente hacia la cumbre. Desde la estación de metro, la subida toma aproximadamente 25 minutos. Unas cuadras antes de llegar a la basílica, hay una plaza con muchos restaurantes y bares, tiendas de souvenirs y muchos turistas. A pesar de toda la multitud, se sentía una sensación de orden ya que por la hora del día, la mayoría de personas estaba de subida. Finalmente, llegamos a la fachada principal de la basílica, hicimos una pequeña fila para poder entrar y apreciarla por dentro.



Al salir, había mucha gente sentada sobre las escaleras ubicadas al pie de la iglesia, descansando, contemplando la vista panorámica de la ciudad (desde esa terraza no se puede ver la Torre Eiffel ni el Arco del Triunfo) y otros escuchando a los músicos improvisados que tocaban temas conocidos acompañados de una guitarra. Estuvimos unos minutos en esa zona y luego descendimos hacia el boulevard de los restaurantes para comer algo antes de regresar. Entramos a uno de los primeros restaurantes que vimos, uno de pastas llamado “La Pétaudière” donde pedimos una pizza y espagueti.



Por la tarde seguimos caminando por la zona, recorriendo las calles estrechas hasta llegar al Moulin Rouge, emblemático cabaret parisino con sus luces de neón de color rojo. Para cerrar el día, regresamos a la zona de la Torre Eiffel, para esperar el atardecer sentados frente a ella del otro lado del Sena, donde está la explanada del Palacio de Chaillot.



Bajando las gradas hacia el Champ de Mars había un carrusel con muchas luces de colores, puestos de comida rápida, donde se puede comprar algo para ir caminando a lo largo del Sena. Pocas cosas en el mundo deben inspirar tantas sensaciones de paz y calma que caminar al pie de la torre.



Día 6: Dom 21may17

El plan de viaje decía que este era el último día en Paris, ya que por la tarde teníamos que abordar el tren que nos llevaría a Bruselas, Bélgica. Despertamos temprano para aprovechar la mañana dando el último recorrido por los Champs Elysees y algunas tiendas de las calles aledañas.



El día estaba bastante soleado y aprovechamos para tomar algunas fotos del Arc de Triomphe cuando nos percatamos que había más de una docena de personas haciendo fila esperando que la tienda de Louis Vuitton abra sus puertas. Mientras esperábamos, se acercaron unas jóvenes musulmanas solicitando donativos para refugiados y un cuadernillo con nombres y firmas de supuestos aportantes. Es conocido que este es un tipo de estafa bastante popular en esta ciudad, por lo que era de suponer que no accedimos.



Después de visitar la extravagante tienda, salimos con más pena que gloria para seguir caminando por la calle mientras nos acercábamos a la despedida. Paris es de esas ciudades que sin importar cuantas veces la visites, seguramente vas a querer volver, así con ese sentimiento nos fuimos a recoger las maletas del hotel para ir hacia el Gard du Nord para esperar el tren hacia Bruselas. Los boletos ya los habíamos comprado por la web, la salida estaba programada para las 2:25 pm y nos costaron €43 por persona.

[Continúa en la siguiente entrada Bélgica 2017...]

Dónde dormir?

Las primeras 4 noches del viaje las pasamos en el Hotel L'Alma, ubicado en la 32 rue de l'Exposition, muy cerca del Champ de Mars y la Torre Eiffel. La habitación era pequeña pero cómoda, el baño muy limpio, muy buen desayuno buffet incluido en la tarifa y el personal de atención fue siempre muy amable; sin embargo, lo que más destaco es su ubicación. El precio por noche fue de aproximadamente US$ 134.

La última noche en Paris fue un poco más consentida y nos fuimos al Pullman Paris Tour Eiffel, ubicado en la 18 avenue de Suffren, el cual tenía vistas a la Torre Eiffel desde la habitación, la cual era muy amplia, al igual que la cama y el baño. El desayuno no estaba incluido en la tarifa y el servicio fue extraordinario. El precio por noche fue de US$ 350.

Dónde comer?

"Le Champ de Mars" ubicado en el cruce de la avenua de la Bourdonnais con Rapp muy cerca a Champ de Mars, ordenamos el cordero (côte d’agneau) y la ternera (filet de boeuf), ambos con ensalada, papas a la francesa (fritas) y mostaza de Dijon, con 2 copas de vino tinto por €62.

"Le Coup de'Etat" ubicado en rue de Satory con avenue de Sceaux en Versalles, entrecôte a la parrilla y filetes de pato con ensalada y dos pintas de cerveza local (Pietra, tipo roja, de Córsica) por €60.4.

"Le Central” ubicado en 139 boulevard de Sébastopol, cerca a la Puerta de Saint Denis, pedimos confit de canard y entrecôte con 2 vasos de cerveza local por €33.

"Huguete” ubicado en 81 rue de Seine, cerca al Palacio de Luxemburgo, ordenamos media docena de ostras frescas, un pescado dorado entero con legumbres al vapor y un excelente chardonnay servido muy frío, todo por €91.

"La Pétaudière” ubicado en 7 rue Norvins en Montmartre, pedimos una pizza personal y espagueti por €23.

No hay comentarios: