Día 1: Vie 20sep13
Mi plan para este viaje lo hice con varios meses de anticipación, compré los pasajes (el aspecto más crítico y costoso en esta clase de viajes) en abril y un par de meses después la alarma: manifestaciones y enfrentamientos muy violentos en Egipto, los noticieros anuncian que en un día mueren 600 personas. El presidente de turno es derrocado y el ejército sale a las calles a mantener el orden. El turismo se viene abajo, nadie quiere ir a Egipto. Las pocas personas que sabían de mi plan me advierten y tienen miedo, yo esperaba con fe que las cosas mejoren: no podía haber tanta violencia por más de 2 meses. Sabía que las cosas debían mejorar para cuando esté allá y felizmente así fue. Aún así, tenía un plan B en caso las cosas no mejoraran: aterrizaba en El Cairo e inmediatamente me iba a Estambul. Felizmente, un par de semanas antes de iniciar el viaje ocurre otro incidente: esta vez en Siria... ataque con armas biológicas y Estados Unidos amenaza con intervenir, Rusia intercede y no pasa nada. Dios, qué difícil es planear algo en estos países!
La aventura en Medio Oriente empezó muy temprano un viernes, saliendo del aeropuerto de Lima pocos minutos antes de las 3 am hacia Panamá, donde haría una escala antes de llegar a Nueva York, a la 1 pm. Por la hora del vuelo, la noche previa me la pasé revisando que haya empacado todo lo que necesitaba y casi no dormí. Pasaporte vigente (con la visa para Egipto gestionada un par de semanas antes) y mi pasaporte anterior, donde tenía mi visa para ingresar a Estados Unidos. Además, tarjetas de crédito, itinerarios, direcciones de hoteles, guías Lonely Planet, artículos de aseo, cámara, iPhone y cargadores... Mi taxi llegó a las 10 pm y en 1 hora ya estaba en el aeropuerto.
Salí de Lima hacia Panamá sin mayor sobresalto y el vuelo fue muy tranquilo, de unas 3 horas que prácticamente las pasé durmiendo. Muchos de los pasajeros eran turistas que habían visitado Perú y estaban regresando a casa (u otro destino) y peruanos que viajaban a Punta Cana para buscar el sol que no tenemos en Lima en esta época... igual creo que el clima en esa zona no es muy amigable estos meses. Bajé del avión y dado que tenía poco más de 1 hora para subir a mi siguiente vuelo, busqué rápidamente mi puerta de abordar. La encontré muy rápido, lo cual me dio tiempo para recorrer un poco del aeropuerto... baño, tiendas, wifi gratis y al poco rato ya estaba nuevamente abordando mi siguiente vuelo.
Este tramo sería un poco más extenso, algo más de 5 horas, pero igual de relajado que el primero. Pude dormir algo y despertar justo para ver la maravilla de islas del Caribe. Si interpreté bien el mapa, creo que eran las Bahamas. Islas rodeadas de mar turquesa que se van perdiendo a medida que vamos llegando a territorio yanqui. Aquí la cosa cambia drásticamente: campos de cultivo, algunas zonas industriales, carreteras interminables y después de un rato la costa de Delaware (desconocida para mí) y finalmente la inconfundible silueta de la capital del mundo... había llegado a Nueva York. Aterrizamos en el aeropuerto JFK y de golpe me encontré con una cola inmensa de gente en la zona de migraciones.
Después de un buen rato llegó mi turno, entregué los pasaportes y el agente (entrado en años, de apariencia y apellido latino) me habla en un inglés poco legible, me pide colocar las manos en un lector digital, me toma una foto con la cámara del sistema, mira que mi visa sea válida y pone el sello de entrada donde le da la gana. Eran las 2:30 pm, recogí mi maleta y pasé por aduanas (control casi imperceptible). A los pocos minutos ya estaba haciendo otra cola frente al counter de Egyptair para mi siguiente vuelo de las 6 pm. Aquí fue la primera vez que sentí una sensación de impaciencia y nerviosismo, todas las demás personas de nuestra cola eran egipcios (árabes, lo que sea), ningún turista. Todos hablaban árabe, se notaba su carácter muy diferente, rudo quizás, diferente.
Me fijo atentamente en la vestimenta y el actuar de las mujeres, se sabe que en los países árabes la mujer tiene un papel relegado y eso es algo que para bien o para mal, tenía que saber identificar y adaptarme a ellos. Si estoy en Egipto, tengo que acatar sus costumbres y leyes. Yo sabía que en este país la mujer debe vestirse de forma recatada... no mostrar los tobillos, ni los hombros, no escotes ni prendas ajustadas. Y por lo que vi allí, era cierto. Algunas (mayores y jóvenes) se cubrían el cabello y portaban joyas llamativas. Frente a la puerta de abordaje la tendencia se confirmaba: no hay otros turistas, todos eran egipcios, pasaporte verde en mano, imposible entender su idioma.
Llegó la hora de subir al avión, en medio de un leve bullicio que no llega a ser molesto, pero que para mí se volvió mucho más intenso cuando veo las señales en el avión y los anuncios del capitán... todo en árabe. Anuncian algo, hablan en árabe por 5 minutos y no entiendo nada. Espero impaciente el mismo anuncio en inglés y me cuesta entenderlo, la vocalización es muy mala y encima el mensaje es muy escueto... lo resumen todo en menos de 1 minuto. Ubiqué mi asiento y la amabilidad de las aeromozas me hace sentir más cómodo... pasan ofreciendo el periódico... de terror! Todo en árabe! Pero tienen una versión en inglés: "The Egyptian Gazette" de tan sólo 6 hojas. Allí, logro ver un oasis entre los titulares: el gobierno alemán anuncia la reanudación de los paquetes turísticos a Egipto. Buena señal para iniciar el vuelo.
Día 2: Sab 21sep13
Después de un vuelo un poco pesado (9 horas y media es bastante para los que viajamos en clase turista) llegué a El Cairo. Eran las 11 am y durante el vuelo no había podido dormir casi nada pero no tenía sueño, estaba impaciente por ver con mis propios ojos lo que había en este país: la gente, las calles, la comida, etc. Bajé del avión y casi de inmediato sentí una onda de calor en la manga de salida, lo cual le daba sentido a lo que vería luego a través de uno de los pasillos de vidrio: un aeropuerto rodeado de arena y un horizonte casi sin edificios, sólo dunas y extensos campos de arena. Entré al edificio y mi impresión cambió drásticamente: paredes y pisos brillantes y limpios, internet gratis y muy buena iluminación... Todo en orden.
Al poco rato ya estaba pasando por migraciones, entregué mi pasaporte, revisan la visa y sin emitir comentario sellan mi pasaporte. Unos metros más allá me ofrecen taxi (aún estaba dentro de la zona de llegada), pasé de largo y veo unas ventanillas de apariencia muy formal donde ofrecen cambio de moneda, compro algo de libras egipcias (al momento del viaje, US$ 1 equivale a LE 6,89) y voy a recoger mi maleta mientras recibo un correo de mi contacto en Egipto, Ahmed, quien me confirma que uno de sus compañeros me buscará en el aeropuerto para acompañarme durante mi estadía en El Cairo. Nunca tomo tours ni guías pero dada la situación agitada en el país, quería un poco de seguridad.
Pocos minutos después, ya con maleta en mano, salí del aeropuerto y me topé con una gran cantidad de gente, muchas personas esperando a sus familiares, otros taxistas buscando clientes y por ahí a un lado, una persona con mi nombre escrito en un papel (y gracias a Dios no estaba en árabe). Su nombre es Mosaad, y me dice que él no es guía sino conductor y que me llevaría primero a la Ciudadela de Saladino ya que mi hotel estaba cruzando todo el centro (en Giza) y por el tráfico perderíamos mucho tiempo en dejar las cosas y volver a salir. La guía estaría allá esperándonos. Mosaad hablaba inglés, aparentaba unos 30 años y me inspiraba confianza. Acepté, así que abordé el taxi y salimos del aeropuerto rápidamente.
Decir que el trayecto en el taxi fue rápido no es un decir. La forma de conducir de los egipcios es para volverse loco. Todos parecen estar apurados, todos los autos tratan de ganar el mínimo espacio para poder avanzar un poco más que los otros. Nadie cede el paso a los peatones, que cruzan las calles por donde les entra en gana. Es sábado y el tráfico es espantoso. Felizmente el auto tenía aire acondicionado porque afuera, la temperatura superaba los 35 grados. Sin embargo, a lo largo del camino veo maravillados las primeras mezquitas, letreros en árabe y también los tanques en plena ciudad resguardando la seguridad y manteniendo a los eventuales manifestantes fuera de las calles. Aún así, en medio del caótico tráfico y las indescifrables letras del alfabeto árabe, se respiraba calma.
Llegué a la entrada de la Ciudadela de Saladino y Mosaad se detiene para llamar a la guía. Dos guardias de acercan a pedirle que se estacione en otro lado (lo interpreto por los gestos) y empiezan a discutir pero al poco rato noto unas sonrisas entre ellos y de nuevo interpreto que esa es la forma de expresarse acá, todo muy expresivo, levantar la voz no siempre significa gritar, es parte de su cultura. Un agente mira hacia la parte de atrás donde yo estaba, y supongo que confirma lo que Mosaad le habría dicho, que esperábamos a una persona. Al poco rato llega Samar, la guía, y me pide ir con ella. Mosaad volvería por nosotros cuando terminemos la visita. No me sentí muy confiado de dejar mis maletas en el auto, pero confié en ellos.
Samar hablaba muy bien el español y aparentaba menos de 30 años. Ella viste un velo que cubre su cabeza y sólo muestra su rostro, manos y pies. Me explicó que estas reglas de vestimenta no aplican para las turistas, pero que algunas mujeres en Egipto ya no usan el velo que cubre el cabello, aunque de todos modos hay otras mujeres que se visten de forma mucho más conservadora, cubriendo todo su cuerpo con telas de color negro y sólo dejan ver sus ojos. Llegamos a la entrada, y nos encontramos con una multitud de niños y jóvenes que iban a entrar también. Algunos me miran raro, hablan entre ellos, otros me saludan... compré los tickets y en medio de todo el tumulto me piden que pase mi mochila por una máquina de rayos X.
Finalmente, logramos entrar y casi de inmediato unos vendedores me abordaron ofreciendo postales, lapiceros, recuerdos... lo único que compré fue agua y seguimos caminando. Samar me va explicando sobre la ciudadela y casi sin darnos cuenta nos estábamos acercando a la mezquita de Mohammed Ali, majestuosa y en perfecto estado. No veía turistas alrededor, todos eran egipcios y la mayoría jóvenes. Samar me explicó que debido a los eventos de Julio de este año, el turismo había decaído drásticamente, aunque la cosa estaba mejorando. Ella había visto muchos turistas ingleses, italianos, alemanes, americanos, brasileños... peruanos casi nunca. Pero conocía algo de mi país, sabía de Machu Picchu y que Perú estaba en Sudamérica. Era suficiente para ella.
La aventura en Medio Oriente empezó muy temprano un viernes, saliendo del aeropuerto de Lima pocos minutos antes de las 3 am hacia Panamá, donde haría una escala antes de llegar a Nueva York, a la 1 pm. Por la hora del vuelo, la noche previa me la pasé revisando que haya empacado todo lo que necesitaba y casi no dormí. Pasaporte vigente (con la visa para Egipto gestionada un par de semanas antes) y mi pasaporte anterior, donde tenía mi visa para ingresar a Estados Unidos. Además, tarjetas de crédito, itinerarios, direcciones de hoteles, guías Lonely Planet, artículos de aseo, cámara, iPhone y cargadores... Mi taxi llegó a las 10 pm y en 1 hora ya estaba en el aeropuerto.
Salí de Lima hacia Panamá sin mayor sobresalto y el vuelo fue muy tranquilo, de unas 3 horas que prácticamente las pasé durmiendo. Muchos de los pasajeros eran turistas que habían visitado Perú y estaban regresando a casa (u otro destino) y peruanos que viajaban a Punta Cana para buscar el sol que no tenemos en Lima en esta época... igual creo que el clima en esa zona no es muy amigable estos meses. Bajé del avión y dado que tenía poco más de 1 hora para subir a mi siguiente vuelo, busqué rápidamente mi puerta de abordar. La encontré muy rápido, lo cual me dio tiempo para recorrer un poco del aeropuerto... baño, tiendas, wifi gratis y al poco rato ya estaba nuevamente abordando mi siguiente vuelo.
Este tramo sería un poco más extenso, algo más de 5 horas, pero igual de relajado que el primero. Pude dormir algo y despertar justo para ver la maravilla de islas del Caribe. Si interpreté bien el mapa, creo que eran las Bahamas. Islas rodeadas de mar turquesa que se van perdiendo a medida que vamos llegando a territorio yanqui. Aquí la cosa cambia drásticamente: campos de cultivo, algunas zonas industriales, carreteras interminables y después de un rato la costa de Delaware (desconocida para mí) y finalmente la inconfundible silueta de la capital del mundo... había llegado a Nueva York. Aterrizamos en el aeropuerto JFK y de golpe me encontré con una cola inmensa de gente en la zona de migraciones.
Después de un buen rato llegó mi turno, entregué los pasaportes y el agente (entrado en años, de apariencia y apellido latino) me habla en un inglés poco legible, me pide colocar las manos en un lector digital, me toma una foto con la cámara del sistema, mira que mi visa sea válida y pone el sello de entrada donde le da la gana. Eran las 2:30 pm, recogí mi maleta y pasé por aduanas (control casi imperceptible). A los pocos minutos ya estaba haciendo otra cola frente al counter de Egyptair para mi siguiente vuelo de las 6 pm. Aquí fue la primera vez que sentí una sensación de impaciencia y nerviosismo, todas las demás personas de nuestra cola eran egipcios (árabes, lo que sea), ningún turista. Todos hablaban árabe, se notaba su carácter muy diferente, rudo quizás, diferente.
Me fijo atentamente en la vestimenta y el actuar de las mujeres, se sabe que en los países árabes la mujer tiene un papel relegado y eso es algo que para bien o para mal, tenía que saber identificar y adaptarme a ellos. Si estoy en Egipto, tengo que acatar sus costumbres y leyes. Yo sabía que en este país la mujer debe vestirse de forma recatada... no mostrar los tobillos, ni los hombros, no escotes ni prendas ajustadas. Y por lo que vi allí, era cierto. Algunas (mayores y jóvenes) se cubrían el cabello y portaban joyas llamativas. Frente a la puerta de abordaje la tendencia se confirmaba: no hay otros turistas, todos eran egipcios, pasaporte verde en mano, imposible entender su idioma.
Llegó la hora de subir al avión, en medio de un leve bullicio que no llega a ser molesto, pero que para mí se volvió mucho más intenso cuando veo las señales en el avión y los anuncios del capitán... todo en árabe. Anuncian algo, hablan en árabe por 5 minutos y no entiendo nada. Espero impaciente el mismo anuncio en inglés y me cuesta entenderlo, la vocalización es muy mala y encima el mensaje es muy escueto... lo resumen todo en menos de 1 minuto. Ubiqué mi asiento y la amabilidad de las aeromozas me hace sentir más cómodo... pasan ofreciendo el periódico... de terror! Todo en árabe! Pero tienen una versión en inglés: "The Egyptian Gazette" de tan sólo 6 hojas. Allí, logro ver un oasis entre los titulares: el gobierno alemán anuncia la reanudación de los paquetes turísticos a Egipto. Buena señal para iniciar el vuelo.
Día 2: Sab 21sep13
Después de un vuelo un poco pesado (9 horas y media es bastante para los que viajamos en clase turista) llegué a El Cairo. Eran las 11 am y durante el vuelo no había podido dormir casi nada pero no tenía sueño, estaba impaciente por ver con mis propios ojos lo que había en este país: la gente, las calles, la comida, etc. Bajé del avión y casi de inmediato sentí una onda de calor en la manga de salida, lo cual le daba sentido a lo que vería luego a través de uno de los pasillos de vidrio: un aeropuerto rodeado de arena y un horizonte casi sin edificios, sólo dunas y extensos campos de arena. Entré al edificio y mi impresión cambió drásticamente: paredes y pisos brillantes y limpios, internet gratis y muy buena iluminación... Todo en orden.
Al poco rato ya estaba pasando por migraciones, entregué mi pasaporte, revisan la visa y sin emitir comentario sellan mi pasaporte. Unos metros más allá me ofrecen taxi (aún estaba dentro de la zona de llegada), pasé de largo y veo unas ventanillas de apariencia muy formal donde ofrecen cambio de moneda, compro algo de libras egipcias (al momento del viaje, US$ 1 equivale a LE 6,89) y voy a recoger mi maleta mientras recibo un correo de mi contacto en Egipto, Ahmed, quien me confirma que uno de sus compañeros me buscará en el aeropuerto para acompañarme durante mi estadía en El Cairo. Nunca tomo tours ni guías pero dada la situación agitada en el país, quería un poco de seguridad.
Pocos minutos después, ya con maleta en mano, salí del aeropuerto y me topé con una gran cantidad de gente, muchas personas esperando a sus familiares, otros taxistas buscando clientes y por ahí a un lado, una persona con mi nombre escrito en un papel (y gracias a Dios no estaba en árabe). Su nombre es Mosaad, y me dice que él no es guía sino conductor y que me llevaría primero a la Ciudadela de Saladino ya que mi hotel estaba cruzando todo el centro (en Giza) y por el tráfico perderíamos mucho tiempo en dejar las cosas y volver a salir. La guía estaría allá esperándonos. Mosaad hablaba inglés, aparentaba unos 30 años y me inspiraba confianza. Acepté, así que abordé el taxi y salimos del aeropuerto rápidamente.
Decir que el trayecto en el taxi fue rápido no es un decir. La forma de conducir de los egipcios es para volverse loco. Todos parecen estar apurados, todos los autos tratan de ganar el mínimo espacio para poder avanzar un poco más que los otros. Nadie cede el paso a los peatones, que cruzan las calles por donde les entra en gana. Es sábado y el tráfico es espantoso. Felizmente el auto tenía aire acondicionado porque afuera, la temperatura superaba los 35 grados. Sin embargo, a lo largo del camino veo maravillados las primeras mezquitas, letreros en árabe y también los tanques en plena ciudad resguardando la seguridad y manteniendo a los eventuales manifestantes fuera de las calles. Aún así, en medio del caótico tráfico y las indescifrables letras del alfabeto árabe, se respiraba calma.
Llegué a la entrada de la Ciudadela de Saladino y Mosaad se detiene para llamar a la guía. Dos guardias de acercan a pedirle que se estacione en otro lado (lo interpreto por los gestos) y empiezan a discutir pero al poco rato noto unas sonrisas entre ellos y de nuevo interpreto que esa es la forma de expresarse acá, todo muy expresivo, levantar la voz no siempre significa gritar, es parte de su cultura. Un agente mira hacia la parte de atrás donde yo estaba, y supongo que confirma lo que Mosaad le habría dicho, que esperábamos a una persona. Al poco rato llega Samar, la guía, y me pide ir con ella. Mosaad volvería por nosotros cuando terminemos la visita. No me sentí muy confiado de dejar mis maletas en el auto, pero confié en ellos.
Samar hablaba muy bien el español y aparentaba menos de 30 años. Ella viste un velo que cubre su cabeza y sólo muestra su rostro, manos y pies. Me explicó que estas reglas de vestimenta no aplican para las turistas, pero que algunas mujeres en Egipto ya no usan el velo que cubre el cabello, aunque de todos modos hay otras mujeres que se visten de forma mucho más conservadora, cubriendo todo su cuerpo con telas de color negro y sólo dejan ver sus ojos. Llegamos a la entrada, y nos encontramos con una multitud de niños y jóvenes que iban a entrar también. Algunos me miran raro, hablan entre ellos, otros me saludan... compré los tickets y en medio de todo el tumulto me piden que pase mi mochila por una máquina de rayos X.
Finalmente, logramos entrar y casi de inmediato unos vendedores me abordaron ofreciendo postales, lapiceros, recuerdos... lo único que compré fue agua y seguimos caminando. Samar me va explicando sobre la ciudadela y casi sin darnos cuenta nos estábamos acercando a la mezquita de Mohammed Ali, majestuosa y en perfecto estado. No veía turistas alrededor, todos eran egipcios y la mayoría jóvenes. Samar me explicó que debido a los eventos de Julio de este año, el turismo había decaído drásticamente, aunque la cosa estaba mejorando. Ella había visto muchos turistas ingleses, italianos, alemanes, americanos, brasileños... peruanos casi nunca. Pero conocía algo de mi país, sabía de Machu Picchu y que Perú estaba en Sudamérica. Era suficiente para ella.
Así empecé mi primer recorrido, la Ciudadela de Saladino. Rodeamos la Mezquita de Mohammed Ali y antes de entrar nos detuvimos a ver una plazuela con una pérgola en medio y una torre con un reloj en la parte superior. Este fue un regalo de un rey francés en agradecimiento por el obelisco que los egipcios le cedieron y que adorna la Plaza de la Concordia en París. Casi olvido mencionar que antes de entrar, me tuve que quitar los zapatos. Si alguien no desea hacerlo, afuera hay una persona que vende bolsas plásticas para cubrir el calzado por LE 5. Entramos, y pude apreciar la belleza de la mezquita por dentro. Apenas al ingreso, a la derecha, la tumba del patrón de esta mezquita y sobre el suelo, innumerables faroles iluminan el lugar.
Nos sentamos sobre el piso de alfombra y Samar me empezó a contar la historia de la mezquita, las formas de rezar y como otras particularidades de la religión en Egipto (islam). Salimos de la mezquita y me puse los zapatos de nuevo, antes de ir hacia el mirador desde donde se puede ver gran parte de la ciudad, incluidas unas hermosas mezquitas a la derecha y muy a lo lejos, las pirámides de Keops y Keffren. Tomé unas fotos y un amable vigilante se ofrece a tomarme algunas, a lo que acepto de forma desconfiada... al final, en respuesta a su buena actitud y educación, le di una propina. Salimos de la ciudadela y caminamos hacia el auto de Mosaad, que nos esperaba abajo. Nos dirigimos hacia el hotel, previa parada en un taller de papiros donde compré algunas pinturas sobre papiro real.
Durante el camino, le pregunté a Samar si era posible tomar un breve crucero por el Nilo, de esos que ofrecen cena sobre una embarcación. Ella hizo un par de llamadas y casi de inmediato ya tenía una reserva para cenar esa misma noche con bailes típicos incluidos. Una persona pasaría por mi y me acompañaría hasta traerme de vuelta al hotel. Subí a la habitación, descansé un poco, una ducha y un par de horas después, ya estaba saliendo nuevamente. El conductor me llevó a un barco detenido a orillas del Nilo, entré y me sentí raro al estar rodeado de tanto egipcio que me miraban todo el rato, hasta que llegaron unos indúes y se robaron el show. La cena estuvo regular y el show mejor, una belly dancer y un bailarín que giraba con una falda con luces a modo de trompo.
Pasadas las 10:30 pm terminó el show y el fotógrafo oficial del espectáculo me aborda para ofrecerme unas fotos que me había tomado a LE 40 cada una, ofrezco pagar LE 50 por 3 de ellas (fui bastante agresivo en la negociación dado que él no iba a ganar nada quedándose con las fotos y yo no mucho tampoco porque había tomado fotos con mi cámara) y finalmente, él me dice que puedo quedarme con las 4 por LE 60. Acepté, y me fui de regreso al hotel que estaba en Giza (Mercure Le Sphinx). Llegué y decidí sentarme en el bar a tomar una cerveza antes de descansar. Había sido un día largo y productivo, pero al día siguiente iba a ver las Pirámides de Giza. Mención aparte merecen las 2 cervezas locales que probé: Stella y Sakkara, muy buenas.
Día 3: Dom 22sep13
Después de muchos años de espera, el momento había llegado: iba a conocer las pirámides de Giza en vivo y en directo, con mis propios ojos. Aunque ya había tenido un primer acercamiento porque mi hotel estaba ubicado frente a ellas, y desde la terraza podía ver a Keops y Keffren. No muchos hoteles en el mundo pueden alardear de tener una vista mejor, la única maravilla del mundo antiguo que sigue en pie. Había acordado con Samar encontrarnos en el lobby del hotel a las 8 am para partir, por lo que bajé a desayunar a las 7 am, me senté a esperar y ella llegó a las 8:45 am y el conductor estaba retrasado. Yo estaba muy impaciente... le dije para tomar un taxi y adelantarnos pero me pide esperar 10 minutos... al final salimos a las 9:30.
Ya en el auto, decido olvidarme del tema porque por estos días no habían muchos turistas en Egipto y no había forma que nos quedáramos sin entrar a las pirámides por esa misma razón. De acuerdo con el mapa que tenía en la Lonely Planet, la entrada al complejo estaba a poco más de 1 km del hotel pero el conductor había tomado una ruta que se me hacia extraña. De pronto, Samar me dijo que el complejo es demasiado extenso y que lo mejor era tomar un carruaje a caballo que me costaría unos LE 350. Inmediatamente le dije que no había forma, que vayamos a la entrada principal y que quería hacer el recorrido a pie, que ya había leído sobre el circuito (e implícitamente, sobre estos trucos para hacer que los turistas gasten más dinero). Accedieron y dimos media vuelta.
Durante el trayecto, Samar me dice que las Lonely Planet no contienen información correcta, que engañan a los turistas y que no están actualizadas. No le di la contra para no tener un confrontamiento (yo creo ciegamente en las Lonely Planet porque las he utilizado en muchos viajes a diferentes sitios con excelentes resultados) pero le pedí que las decisiones las tomemos antes de hacer algo y con mi aprobación. Llegamos a la entrada del complejo, pagamos las entradas y ya estábamos dentro... de inmediato, se divisa la imponente Keops... y los miles de vendedores de recuerdos y paseos a caballo y camello. Todos ofrecen fotos, sonríen y me preguntan si soy de España, México, Argentina o Italia. No les respondí, sólo sonreí, me negaba con la cabeza y seguimos avanzando.
Antes de realizar el viaje, yo había leído bastante sobre lo insistentes que pueden ser los egipcios que buscan vender recuerdos, dar paseos en camellos o ofrecer tomar fotos, todo a cambio de una cantidad de dinero. Debido a la caída del número de turistas, esta situación era aún más intensa y lo empezaba a padecer. Sin embargo, sabía que no era su culpa, ellos estaban acostumbrados al comercio y necesitaban vender algo para subsistir. Aunque no compré nada al inicio, después de haber recorrido los puntos de interés, acepté comprar algo pero no sin antes haber regateado el precio varias veces. Esto es casi obligatorio en Egipto, ya que los precios iniciales son, por mucho, bastante exagerados.
Felizmente, el sol de esa mañana no fue demasiado intenso, hacía mucho calor, pero no sentía que era sofocante. Igual, estaba muy bien abastecido con botellas de agua y bloqueador solar. A pesar que no era muy temprano, no vi muchos turistas, sólo unos cuantos y muchos egipcios me siguen con sus camellos, postales y recuerdos. Traté de no inmutarme pero es harto difícil. Llegué al pie de Keops y Samar me cuenta la historia de este faraón, todo era fantástico, incluso sin tener una guía hubiese disfrutado mucho de sólo contemplar este lugar. El estado de conservación de la pirámide es bastante bueno, sobretodo considerando que en pleno desierto, la erosión provocada por la arena a lo largo de tantos años debe ser brutal. Sinceramente, creo que el dios Horus la protege.
Antes de realizar el viaje, yo había leído bastante sobre lo insistentes que pueden ser los egipcios que buscan vender recuerdos, dar paseos en camellos o ofrecer tomar fotos, todo a cambio de una cantidad de dinero. Debido a la caída del número de turistas, esta situación era aún más intensa y lo empezaba a padecer. Sin embargo, sabía que no era su culpa, ellos estaban acostumbrados al comercio y necesitaban vender algo para subsistir. Aunque no compré nada al inicio, después de haber recorrido los puntos de interés, acepté comprar algo pero no sin antes haber regateado el precio varias veces. Esto es casi obligatorio en Egipto, ya que los precios iniciales son, por mucho, bastante exagerados.
Felizmente, el sol de esa mañana no fue demasiado intenso, hacía mucho calor, pero no sentía que era sofocante. Igual, estaba muy bien abastecido con botellas de agua y bloqueador solar. A pesar que no era muy temprano, no vi muchos turistas, sólo unos cuantos y muchos egipcios me siguen con sus camellos, postales y recuerdos. Traté de no inmutarme pero es harto difícil. Llegué al pie de Keops y Samar me cuenta la historia de este faraón, todo era fantástico, incluso sin tener una guía hubiese disfrutado mucho de sólo contemplar este lugar. El estado de conservación de la pirámide es bastante bueno, sobretodo considerando que en pleno desierto, la erosión provocada por la arena a lo largo de tantos años debe ser brutal. Sinceramente, creo que el dios Horus la protege.
Caminamos hacia Keffren (la única pirámide cuya punta muestra una cubierta algo erosionada por el paso de los años) y entré a la cámara del sarcófago. Antes de ingresar, dejé mi cámara fotográfica afuera, con Samar. Con un poco de intriga, bajé hasta un nivel y luego volví a subir... finalmente, la cámara estaba allí, una inscripción en la pared que decía "Belzoni.2.mar.1818" y un sarcófago abierto al fondo... y su risueño guardián. Un egipcio un poco gordito, con bigotes, que me cuenta una historia en 1 minuto y casi de inmediato me dice que las fotos con celulares son permitidas. Es más, él mismo se ofrece a tomarme las fotos que quisiera y hasta sugería posiciones. Al final, la propina de rigor. Le ofrezco LE10, pero sonríe y me dice "more, more" me río y le digo que está bien, pero insiste. Le doy LE 5 más y me dice "little, little" y de la risa le doy LE 5 más. Le digo "no more" y me fui. Antes de eso, me pide que no diga nada al salir y también me pide que le invite chicle. Increíble que dentro de un lugar tan memorable, haya encontrado semejante bufón... demasiado curioso.
Caminamos entre las piramides de Keops y Keffren por un sendero asfaltado, y un poco más alejada veo la pirámide de Miccerino, la más pequeña de todas. A medida que vamos llegando a la parte baja del complejo pude ver la cabeza de la Esfinge, en ese instante, dándome la espalda. Esta manestuosa escultura con cuerpo de león (fuerza) y cabeza de humano (inteligencia) había sido construida por el faraón Keffren para resguardar su tumba y los tesoros que allí se enterraron. El paso de los años ha marcado de diferentes formas a la Esfinge, se le ve un poco desgastada, le falta la nariz, pero con todo y eso, es uno de los monumentos más icónicos de la humanidad.
Caminamos entre los pasillos del templo al pie de la Esfinge y rápidamente ya estaba casi cara a cara, muy cerca de ella. Me senté un buen rato a contemplarla, a contrastarla con las pirámides, muchas fotos, en solitario, con el fondo de Keops, con Keffren, con Keops y Keffren, con Miccerino también. Quizás esa iba a ser la última vez que vería esta maravilla mundial pero tenía que avanzar, así que después de varios minutos y con mucha pena, me despedí.
Salimos del complejo (esta salida estaba justo frente a los locales donde nos quisieron abrochar el paseo a caballo) y abordé el auto de Mosaad para dirigirnos hacia Saqqara. Salir de la zona de Giza fue un poco fastidioso, ya habíamos pasado el medio día y los niños salían de las escuelas, lo cual hace que el tráfico sea más intenso. No tenía muchas ganas de almorzar aún pero Samar sugiere que lo hagamos antes de llegar a Saqqara, en un local cercano. Un poco indeciso acepté, pero cuando llegamos al local mis dudas se confirmaron: me habían traído a un bodrio. Según la guía de Lonely Planet, el presupuesto medio (no el más económico) en un restaurante recomendado puede estar entre LE 15 y 55, pero fue grande mi sorpresa cuando este local, en medio de un corral lleno de arena, delimitado por sucios trapos colgantes me ofrecía casi atropellando un menú por LE 60 cada uno. Revisé mi libro rápidamente y en efecto, no tenía por qué pagar esa suma en lugar que además, no me daba confianza en cuestiones de salubridad (y sabía que en Egipto es común intoxicarse). Hablé con Mosaad y Samar y les dije que quería seguir sin almorzar. No insistieron y nos fuimos.
Llegamos a Saqqara después de unos 15 minutos, pagamos el ticket de ingreso y a la entrada del templo vi un grupo de 4 hombres vestidos con túnicas y sentados de forma despreocupada. Cuando vieron que nos acercábamos, cada uno tomó su posición, uno me ofreció postales, otro réplicas de las pirámides (todas "Made in China") y un tercero vendiendo no se qué. Avancé derecho y escuché lo que Samar me contaba, frente a las columnas que soportan la estructura del templo.
Caminamos unos pasos más y ya estábamos frente a la pirámide escalonada de Saqqara. Era increíble saber que la construcción de esta pirámide les tomó 10 años a los antiguos egipcios y para lograrlo, ellos tenían un campamento donde pasaban la noche para trabajar la mayor cantidad de horas posible. A lo lejos, se ven otras pirámides, que no visité. Bajamos de la parte alta del complejo y de pronto, cual Lawrence de Arabia, aparece el cuarto personaje de la entrada montado en un burro... me dijo que su nombre (no de él, sino del burro) era Ramses. Sonreía mucho y me hizo recordar al burro de Shrek (no su burro Ramses, sino él!) y se cuadró entre mi cámara y la pirámide, la cual estaba tratando de colocarla para accionar el modo de autodisparador. Le dije que por favor me deje en paz, pero era muy insistente e incluso me tomó del brazo para que le tome una foto. Allí perdí la paciencia y le dije casi gritando que se vaya y que no le iba a dar ni un centavo. Su tono bajó completamente y casi rogando me dijo que necesitaba comprar comida para Ramses. Allí se acabó la aventura en Saqqara, felizmente, ya casi habíamos terminado.
Subimos al auto y nos fuimos a Memphis. En el camino iba viendo un barrio bastante humilde, no era lo que me imaginaba como vecindario de un museo o atractivo turístico, pero era lo que era. Las calles no estaban asfaltadas, había mucha basura, negocios informales, gente de bajos recursos económicos... me dio mucha pena que un país con un legado histórico y cultural tan rico, no haya podido darle mejor calidad de vida a su población. Al poco rato, llegamos a Memphis, compramos los tickets, pasamos por una reja con un par de vigilantes y recorremos el patio donde tenían esculturas originales del faraón Ramses II, una esfinge pequeña, algunos dioses y accesorios, pero el plato fuerte estaba dentro de un pequeño edificio de 2 pisos: una estatua de Ramses II a una escala 1:0,1 (10 veces más que lo real) por lo menos! El nivel de detalle alcanzado era impresionante, el rostro, los brazos, las manos, todo. La estatua estaba colocada de forma horizontal sobre el piso, y aunque le faltaban las piernas, su tamaño es bastante masivo. Ya eran más de las 3 pm y después de esta visita, me llevaron de vuelta al hotel.
En el camino, le pregunté a Samar sobre el afamado algodón egipcio. Para estos días, un supermercado en Lima ofrecía el canje de juegos de sábanas de algodón egipcio por una cantidad de puntos y algo de dinero. Samar me dijo que conocía un lugar donde podría conseguir estas sábanas a buen precio y como estaba de camino al hotel, acepté visitarlo. De todos modos, yo estaba alerta de cualquier otro intento de sacarme algo de dinero de más, por lo que estuve muy atento a la oferta. La tienda, en efecto, estaba bastante bien surtida, tenían camisetas, camisas, ropa para mujeres, niños, sábanas, de todo. La vendedora fue muy amable y desde el principio me dijo que no mire los precios porque toda la tienda estaba con 50% de descuento y algo adicional por volumen. El tema era que fue inevitable darse cuenta que los precios originales de por sí, ya eran demasiado elevados y aún aplicando todos los descuentos posibles seguramente obtendríamos los precios habituales en cualquier otro lado. Decidí no comprar nada y regresar al hotel a descansar.
Esa misma noche, ya en el lobby el hotel, decidí revisar el estado del vuelo que tenía programado para la mañana del martes. El boleto comprado desde Lima decía que debía salir desde El Cairo a las 4 am con destino a Aswan, vía Egyptair (la única aerolínea que hace vuelos locales). Allí tuve un gran susto al ver que el estado del vuelo decía CANCELLED pero rápidamente me recuperé cuando vi que me habían cambiado el horario al vuelo de las 7 am (un horario mucho más conveniente, dado que el gobierno impuso toque de queda en la ciudad). Hago el check in, y al día siguiente pasaría a decirle esto al conductor, para que me busque a las 5 am el martes. A partir de ese día, decidí revisar al menos 3 días antes el estado de los otros vuelos que tenía para este viaje.
Día 4: Lun 23sep13
El plan para este día era recorrer el Museo de El Cairo, el cual está ubicado en el centro de la ciudad, en plena Plaza Tahir. Mi expectativa era grande, no sólo por ver los grandes tesoros que se muestran en este museo sino también por ver con mis propios ojos cómo lucía este lugar después de todos los incidentes y manifestaciones vistos por la televisión en Julio pasado. Esta vez Mosaad llegó temprano al hotel, casi a las 8 am, y al poco rato Samar subió al auto también. El tráfico desde el hotel en Giza hasta la Plaza Tahir fue muy intenso (como todos los días anteriores). Después de casi 40 minutos llegamos al museo y lo primero que noté fue la presencia de bloques enormes de concreto que bloqueaban parte de la plaza, y a un lado una fila de tanques justo frente a la entrada al museo, que coincide con una de las aristas de la plaza.
Avancé entre los tanques hacia la fachada del museo y pasé una garita de ingreso. Una vez dentro, vi en plenitud los jardines adornados por algunas piezas talladas en granito y el edificio color rosado. No había mucha gente en la parte exterior, sólo algunos vigilantes y un grupo pequeño de turistas hindúes. Al comprar el ticket de ingreso me dijeron que debía dejar mi cámara fotográfica así que guardé todo en una mochila y entré. La colección empieza por el Egipto Antiguo y las impresionantes muestras de los faraones Ramses II, Tutmosis III, y los impresionantes tesoros de Tutankamón.
Al salir de esta cámara, Samar me dijo que tendría 1 hora para explorar lo que quisiera del museo y que ella me esperaría en una cafetería a la salida. Después de haber estado casi 2 horas recorriendo tesoros, estatuas, sarcófagos y demás, lo primero que hice fue sentarme al pie de una escalera y descansar por 5 minutos. Yo me sentí bastante cansado, quizás por la caminata del día anterior y porque no había dormido lo suficiente durante la noche. Sin embargo, el ímpetu pudo más y al poco rato ya estaba andando nuevamente. Entré a otros salones donde tenían algunas estatuas de los dioses Horus y Anubis. Algunas piezas están aún en proceso de reconstrucción pero igual, el nivel de detalle que se ve en cada una es realmente notable. Casi conmigo una horda de turistas hindúes venían acercándose, eran más que 50, además de una pareja de españoles, eran los únicos visitantes del museo.
Salí después de 1 hora, como había acordado con Samar, y la encontré sentada en el cafetín, tomando de una lata de te helado y con todo el calor que hacía fui a ventanilla y pedí 2 latas para mi. Me dijeron que el precio era LE 70. Un abuso total, pero dada la situación, no tenía muchas opciones tampoco. Ya me había terminado las 2 botellas de agua que había llevado y el calor era agobiante. Igual, estoy seguro que en esos sitios manejan 2 listas de precios, una para locales y otra para turistas. Pasa en todos lados. El plan decía que tocaba ir a almorzar y Samar me había sugerido un lugar para comer comidas típicas de Egipto en el mismo centro, a pocas cuadras del museo. Igual, Mosaad me estaba esperando afuera y fui con él en el auto. Yo hubiera preferido caminar, de paso que podría haber tomado algunas fotos de la plaza pero no fue posible.
Casi media hora después, y tras haber sufrido del cotidiano tráfico cairense, llegamos a un local de comida egipcia, que parecía una cadena de fast food pero con mejor imagen, no tan "fast" en realidad. Mosaad, Samar y yo subimos al segundo piso y nos trajeron las cartas, todo se veía muy bien: guisos de carne de vacuno, cordero, pescado, pollo, langostinos... hay ensaladas, hamburguesas, enrollados y papas fritas. Samar eligió un plato con tiras de pollo empanizadas, carne de vacuno en trozos, algo de cordero y unos filetes de hígado para compartir con Mosaad. Yo elegí un guiso de vacuno con verduras que venía acompañado con arroz (servido aparte). Todo estuvo muy bueno, excepto por el hígado, que no es de mi agrado ni en Perú ni en cualquier otro lado. Mucha agua y estábamos listos para seguir.
Al salir de esta cámara, Samar me dijo que tendría 1 hora para explorar lo que quisiera del museo y que ella me esperaría en una cafetería a la salida. Después de haber estado casi 2 horas recorriendo tesoros, estatuas, sarcófagos y demás, lo primero que hice fue sentarme al pie de una escalera y descansar por 5 minutos. Yo me sentí bastante cansado, quizás por la caminata del día anterior y porque no había dormido lo suficiente durante la noche. Sin embargo, el ímpetu pudo más y al poco rato ya estaba andando nuevamente. Entré a otros salones donde tenían algunas estatuas de los dioses Horus y Anubis. Algunas piezas están aún en proceso de reconstrucción pero igual, el nivel de detalle que se ve en cada una es realmente notable. Casi conmigo una horda de turistas hindúes venían acercándose, eran más que 50, además de una pareja de españoles, eran los únicos visitantes del museo.
Salí después de 1 hora, como había acordado con Samar, y la encontré sentada en el cafetín, tomando de una lata de te helado y con todo el calor que hacía fui a ventanilla y pedí 2 latas para mi. Me dijeron que el precio era LE 70. Un abuso total, pero dada la situación, no tenía muchas opciones tampoco. Ya me había terminado las 2 botellas de agua que había llevado y el calor era agobiante. Igual, estoy seguro que en esos sitios manejan 2 listas de precios, una para locales y otra para turistas. Pasa en todos lados. El plan decía que tocaba ir a almorzar y Samar me había sugerido un lugar para comer comidas típicas de Egipto en el mismo centro, a pocas cuadras del museo. Igual, Mosaad me estaba esperando afuera y fui con él en el auto. Yo hubiera preferido caminar, de paso que podría haber tomado algunas fotos de la plaza pero no fue posible.
Casi media hora después, y tras haber sufrido del cotidiano tráfico cairense, llegamos a un local de comida egipcia, que parecía una cadena de fast food pero con mejor imagen, no tan "fast" en realidad. Mosaad, Samar y yo subimos al segundo piso y nos trajeron las cartas, todo se veía muy bien: guisos de carne de vacuno, cordero, pescado, pollo, langostinos... hay ensaladas, hamburguesas, enrollados y papas fritas. Samar eligió un plato con tiras de pollo empanizadas, carne de vacuno en trozos, algo de cordero y unos filetes de hígado para compartir con Mosaad. Yo elegí un guiso de vacuno con verduras que venía acompañado con arroz (servido aparte). Todo estuvo muy bueno, excepto por el hígado, que no es de mi agrado ni en Perú ni en cualquier otro lado. Mucha agua y estábamos listos para seguir.
La siguiente parada fue el barrio Coptico de El Cairo, el cual tiene una mezcla singular de las religiones católica y judía. El ingreso es limitado, no hay mucha gente dentro, y las calles parecían más de otra ciudad que de El Cairo, ordenadas, limpias y casi sin gente. Con esa paz, caminé hasta la iglesia de San Gerónimo, lugar donde según contaba la leyenda, la familia divina llegó a esconderse por un tiempo de las tiranías de Herodes. La iglesia es bastante pequeña y muy agradable, hay murales de la vida, pasión y muerte de Jesús, un pozo que les sirvió durante su permanencia en Egipto y una pequeña zona donde venden rosarios y postales. Unos metros más allá, estaba la sinagoga de Ben Ezra a la cual también entré. En estos lugares, no se permite el uso de cámaras fotográficas o filmadoras. Siendo casi las 4 pm salimos de la zona y conversé con Samar para que me dejen cerca del famoso mercado Khan El Khalili.
Mi idea era recorrer el mercado mi propia cuenta, ver algo que podía comprar como telas o algún recuerdo de oro. Llegué a la Plaza de Al Hussein y Samar se despide porque ya no la volvería a ver. Había sido muy agradable compartir estos días con ella y siempre me dio buena información a pesar de los desentendimientos en cuanto a comidas y lugares para comprar cosas. Mosaad me llevaría al día siguiente hacia el aeropuerto, así que con él solo fue un "hasta mañana". Ambos me recuerdan que aunque no pareciera, caminar por este mercado es seguro y que el único riesgo era caer en el engaño de los vendedores. Me senté en una banca a reproducir un plano del mercado en una hoja de papel para que sea más fácil de utilizar mientras caminaba. Ubiqué el sector de joyería del mercado y caminé hacia allá. Desde un inicio, el asedio de los vendedores es infernal, ven a un extranjero solo y se me acercan hablando en español, inglés y árabe. Aunque tuve muchas ganas no saqué mi cámara para nada, caminé sin prestar mucha atención a los gritos de los vendedores, pero fue muy difícil.
A lo largo de la caminata vi las tiendas llenas de cosas, vestidos, ingredientes de cocina, toallas, mochilas para estudiantes, algunas joyas, artículos para la casa. Muchas de estas cosas eran hechas en China, pero otras parecían ser producción egipcia. Seguí avanzando en medio de la gente y los estibadores de carga pasan en medio de todos pidiendo permiso a gritos. Era inevitable ver de reojo algunas tiendas y con esa mínima señal se acercaba un vendedor a ofrecerme algo, algunos incluso me toman del brazo para llevarme a sus tiendas. Esto me pone bastante incómodo porque en algún momento pensé que podían jalonearme a su antojo. Me detuve en un par de tiendas de joyas, pero la calidad del trabajo mostrado en sus modelos no me convenció y salí rápido. Al salir, en la tienda del costado se mostraban unas botellitas de vidrio para guardar fragancias y casi de inmediato el vendedor sale a nuestra alcance. Nos ofrece en precio: LE 60 cada caja de 5 botellitas grandes (sin fragancia) pero no estaba interesado. Al dar un paso adelante, el vendedor la rebaja a 55, después a 50 y después de varios minutos dice LE 50 una caja de botellitas pequeñas y la caja de botellitas grandes. Recién empezaba a ver cosas, así que me fui.
Seguí avanzando a lo largo del mercado y cada vez me convenzo más que no había mucho que me llamara la atención. La mayoría de tiendas ofrece telas y artículos para el hogar, pero yo no estaba muy confiado de preguntar por el acoso de los vendedores. En medio de esa casi impaciencia por salir de ese lugar, me dí cuenta que a lo lejos se veían unos árboles, lo cual me dio la impresión que la salida estaba cerca. Caminé unas cuadras más y había llegado a una avenida muy congestionada, muchos autos pasando, más vendedores en tiendas y en el suelo. Después de quedarme sin reacción por unos minutos en una esquina, pensando dónde podría tomar un taxi, crucé la calle casi esquivando los autos y logré subir a un taxi vacío. Una vez dentro le dije al conductor si hablaba inglés o español y responde en árabe (lo interpreté como un no). Le doy la dirección del hotel, que me la habían escrito en árabe en un papel y me dice que serían LE 20 haciendo un gesto de 2 con las manos y mostrando los 10 dedos de las manos. Al poco rato, él mismo me dice que no son LE 20 sino LE 100, e inmediatamente le pido que se detenga y me bajo.
Caminé unos metros, seguía en la misma calle donde abordé el primee taxi, y crucé otra avenida hasta una zona mucho más calmada. Esperé varios minutos, la tarde caía rápidamente y todos los taxis pasaban llenos, hasta que uno se detuvo. Desde la ventana la pregunté si hablaba inglés y el conductor me dijo que sí. Un poco más aliviado de haber encontrado una persona con la cual entenderme, subí y le doy la dirección del hotel, en inglés y árabe. Me dice que serían LE 50 (en el hotel me habían dicho que pague LE 30) pero siendo casi las 5:30 pm y considerando mi grado de desesperación, no me importó). El tráfico fue insoportable, pero el conductor me entiende y entablamos una amena conversación, aunque su inglés no era bueno. La sorpresa vendría a pocos metros antes de llegar a la Plaza Tahir cuando me dijo que él pensaba que el hotel estaba en la Avenida Pirámides en el centro de El Cairo y no en la Calle Pirámides en Giza, y que serían LE 80. Obviamente le dije que de ninguna forma y que yo le había dicho claramente que era en Giza, así que me bajaría. A regañadientes aceptó y lo confirmé diciéndole que no tenía más dinero y si LE 50 estaba bien para él, a lo que dijo que sí. Después de casi 45 min, llegamos al hotel y me fui directo al bar a tomar una cerveza bien helada. Me sentía más que aliviado, y seguro.
Día 5: Mar 24sep13
Ya tenía mi maleta lista desde la noche anterior, así que bajé a tomar desayuno temprano, a las 4:45 am. Sorprendentemente, el comedor ya estaba listo y Mosaad debería llegar a las 5 am. Tenía mi maleta en el lobby, y casi había terminado de desayunar... los minutos pasan y Mosaad no aparecía. Casi a las 5:15 am vi que Mosaad entra casi corriendo a recepción, así que lo saludé y salí corriendo hacia el auto. No podía dejar nada a la suerte porque el margen de error era mínimo, no quería perder mi vuelo. Mosaad se disculpó y me dijo que estaba bien para un vuelo local, igual le pedí que corra para llegar antes de las 6 am y mandar mi maleta a bodega. El trayecto fue accidentado, Mosaad yendo a 120 kph y esquivando otros autos mientras les toca la bocina. En el camino, presenciaba mis últimas vistas de El Cairo, edificios multifamiliares altos y polvorientos, arena por todos lados, ropa tendida en los exteriores y las ganas de haber querido pasar unos días más en esta ciudad. Son las 5:55 am y lo había logrado, ya estaba en el Terminal 3 del aeropuerto. Le agradezco mucho a Mosaad, me despido y así, estaba listo para empezar una nueva aventura en el Alto Egipto.
Dejé mi maleta y pasé hacia la sala de abordar. Los controles fueron mínimos, y la sala estaba un poco alejada del ingreso. A poco rato, llamaron a todos los viajeros para subir a un bus que nos llevaría al pequeño avión que nos transportaría hacia Aswan. El avión no está del todo lleno, pero una vez dentro, me percato que habían 4 jóvenes turistas japoneses que también iban a Aswan. Desde la ventanilla del avión se puede ver el inmenso desierto de color rojizo que contrasta con el Nilo y el lago Nasser, casi llegando a Aswan. Después de casi una hora de vuelo, aterrizamos y casi de inmediato encuentro mi maleta para continuar. Allí me estaba esperando Ahmed, con quien había entablado comunicación desde Lima y coordinó mi aventura en El Cairo. Subí al auto que me llevaría al hotel y fuimos conversando todo el camino. Ahmed tenía un semblante muy tranquilo, se le veía joven y amable, con rasgos propios de los egipcios del sur, tez oscura y apacible. Me contó que era oriundo de Aswan, preguntó por mi estadía en El Cairo y se alegró que todo haya estado bien.
Llegamos a Aswan, una ciudad formada a lo largo del río Nilo y rodeada de villas Nubias, ubicadas en pequeñas islas en medio del Nilo. El calor se sentía más intenso que en El Cairo y aunque el tráfico no era amigable, tampoco era de terror como en la capital. Llegamos al hotel, me presenté en la recepción y luego Ahmed me propuso un plan para los 2 días que pasaría aquí. Antes de eso, le pagué por el tour en El Cairo (él mismo, como muestra de confianza, me había propuesto que le pague al llegar a Aswan) y negocié el precio del tour en Aswan, que incluiría Abu Simbel. Él propuso un precio inicial, le pedí un descuento, cedió a medias... le pedí que incluya los 3 días en Luxor y por fin llegamos a un entendimiento. Sellamos el trato dándonos la mano y me dijo que uno de sus guías me buscaría en un par de horas para empezar el recorrido hacia el High Dam y el Templo de Philae.
Dieron las 10:30 am y después de haber descansado un poco y tomar una ducha, salí hacia mis primeras visitas en el sur de Egipto. El guía se presentó como José, era natural de Aswan y hablaba un español con acento ibérico. Se le entendía muy bien y me lleva en su auto hacia la Gran Presa. Al llegar, José me explicó todo lo concerniente a la presa, su diseño, los motivos que llevaron a construirla, las disputas entre Egipto y los ingleses y franceses por el control del Canal de Suez, y el apoyo de Rusia para su construcción. Pero principalmente, me explicó que la construcción de esta presa, de mayor altura a la anterior, tendría implicancias directas (inundaciones) en algunos pueblos nubios y monumentos de gran importancia como Philae y Abu Smbel. Gracias al apoyo de la UNESCO, el gobierno egipcio logró reubicar estos monumentos a sus ubicaciones actuales.
En este lugar no había mucho que ver, sólo desde la parte alta de la presa las instalaciones de generación de energía eléctrica en la zona aguas abajo del dique y hacia el otro lado, el lago Nasser. José me comentó que Etiopía tiene en cartera un proyecto para construir una presa en su territorio, con lo que captaría parte del volumen de agua que transporta el Nilo y reduciría el volumen que llega a Egipto. Esto generaba preocupación en este país, dada la gran demanda actual de agua. José me dejó unos minutos para tomar algunas fotos y sentarme a tomar algo. El calor era realmente fuerte y necesitaba tomar bastante agua. En esta zona no hay vendedores de ningún tipo (a excepción del vendedor de agua y gaseosas, que abusó de mi necesidad al cobrarme LE 10 por una botella grande de agua). Después de un rato, ya estaba nuevamente en el auto dirigiendome hacia el Templo de Philae.
Llegamos hacia la entrada y subimos a una embarcación que debería llevar unas 20 personas en condiciones habituales. La caída del turismo hace que yo sea el único visitante de casi todas las atracciones de Egipto, lo cual es bueno para mi porque mis visitas son mucho más relajadas (a excepción de los vendedores) y malo para los locales porque no hay mucho negocio para los guías, conductores, etc. Este templo, uno de los que fue reubicado cuando se construyó la Gran Presa, tiene en un frontis una gran área abierta, rodeada de columnas grabadas con jeroglíficos y cartuchos de los faraones y dioses de la época. Más adelante, se ve la entrada al Templo de Isis y los muros frontales grabados con la imagen de Horus, el hijo de Osiris e Isis.
En las afueras de la parte posterior, se pueden ver el Templo de Hathor y la Casa de Trajan, también bastante vistosos. Lamentablemente, y como sucedió con muchos otros templos de este país, la estatua de oro de Isis y la barca que se encontraban en este lugar fueron llevados a museos en Florencia y París, respectivamente.
Saliendo del templo regresé al hotel para dejar algunas cosas y esperar a Ahmed con quien iría en una embarcación hacia unas villas nubias, ubicadas a lo largo del Nilo. El viaje fue muy relajado y liberador, ver toda la paz que rodea esta zona (en parte, gracias a la ausencia de turistas) fue relajante. Se veían muchas aves posarse sobre islotes en medio del río y algunos niños que jugaban en el agua. El atardecer estaba cayendo y este espectáculo hizo que esta experiencia sea mucho más atractiva.
Así, llegamos a una de las villas nubias donde visitamos rápidamente el colegio y centro comunal de esta población, el centro deportivo (aún en construcción) y una pequeña mezquita. Luego, Ahmed me llevó a una casa local donde me muestran a la mascota de la casa: un cocodrilo de unos 2 metros de longitud, el cual felizmente estaba encerrado en una poza de concreto. Sin embargo, la sorpresa fue mayor al ver que en realidad en esta poza habían 2 cocodrilos! Y más allá tenían otra poza con 2 cocodrilos más (más pequeños pero cocodrilos al fin!). La creencia de los nubios es que estos lagartos cuidan de sus casas y les dan protección.
Terminamos la visita después de haber bebido una refrescante jarra de karkhadi (bebida hecha a base de agua de jamaica) y comprado unas bufandas hechas por manos nubias. Abordamos la misma embarcación que nos trajo a la villa y nos detuvimos en un restaurante llamado Ad Dukka donde Ahmed me había preparado una reservación. Nos sentamos a cenar, pedimos unos refrescos para beber antes de tener la orden. Ahmed fue un gran anfitrión y pide por mi: 5 entradas para probar la variedad de la comida egipcia, mientras llegaban los platos principales: pescado y cordero en salsa de tomates con papas y hierbas.
Durante la cena conversé muchísimo con Ahmed, le hice todas las preguntas que tenía sobre las costumbres egipcias, su forma de vida, el hogar, la idea de familia, la educación, la religión, los gobiernos, entre otros temas. Él mostró mucha apertura y puso en evidencia su calidad de persona, se notaba que vivía en paz y en mi opinión, era un hombre feliz. Me contó que estaba casado y tenía un hijo de tan sólo 7 meses. Él también me preguntó por las costumbres y forma de vida en Perú y casi sin pensar, habían pasado un par de horas. Debía regresar a descansar porque al día siguiente saldría hacia Abu Simbel a las 3:30 am. Iba a ser un largo día.
Día 6: Mie 25sep13
A las 3:00 am sonó el teléfono de la habitación. Era mi recordatorio haciéndome saber que tenía media hora para salir al encuentro del conductor que me llevaría hacia Abu Simbel. El trayecto tomaría poco más de 3 horas en auto, recorriendo 270 km hacia el suroeste de Aswan. Ahmed había coordinado todo para que me preparen un desayuno para llevar y salir en el auto a la hora pactada. La idea era salir en un convoy de vehículos que van juntos y resguardados por la policía como medida de seguridad. Y así fue, subí al auto y el conductor no hablaba español, ni tampoco inglés. El guía asignado me esperaría en Abu Simbel. El conductor llegó hasta una zona donde habían unos policías, y uno de ellos subió al auto sin pronunciar palabra alguna, ni mirar hacia mi. Allí empezó el convoy de sólo un vehículo. Me pareció muy extraño, ya que no había ningún otro auto cerca al nuestro. Fui durmiendo casi todo el camino, pero desperté justo para ver el amanecer en medio del desierto, una experiencia muy linda.
Así, siendo casi las 7 am, había llegado a Abu Simbel. El auto se detuvo frente a un cafetín y allí veo que una minivan había llegado antes que nosotros con los 4 japoneses que había visto el día anterior en el aeropuerto de Aswan y un par de turistas chinos. Ellos empezaron su tour primero, porque yo había bajado del auto y el conductor no me dijo nada, se había ido directo al baño. Me senté a tomar algo y de repente escucho mi nombre... era mi guía para ese día: también se llamaba José y hablaba español. Conversé brevemente con él, terminé mi bebida y empecé a caminar hacia el ingreso. Allí veo unas imágenes y maquetas del proceso de reubicación de los templos de Ramses II y de Hathor. El proceso debió haber sido preciso y arduo, desmantelar cuidadosamente estas piezas invaluables y trasladarlas a una ubicación donde serían nuevamente instaladas tal cual habían sido encontradas pero unos metros por encima de su ubicación inicial. Sin lugar a dudas, un trabajo magnífico, porque aparte de las líneas que evidencian los cortes de los elementos del templo, no se ve alteración alguna.
José empezó con su explicación frente al magnífico Templo de Ramses II. Realmente puedo decir que estar frente a esta maravilla fue un sueño hecho realidad. Ver directamente las 4 estatuas de Ramses II en sus diferentes etapas de vida y encima, verlo sin otras personas alrededor fue increíble. El anuncio ubicado afuera del templo decía que no se permitían las fotos dentro del templo, por lo que me limité a capturar imágenes de los detalles de la fachada.
Entré al templo y pude ver los diferentes detalles que se guardan dentro, cada columna, cada pared tallada y cada habitación guarda un sin número de historias que me hacen interpretarlas a mi manera. Casi al salir, ocurrió un hecho curioso: el vigilante de la entrada me ofreció una llave de bronce en forma de la cruz de la vida y nos dice que podía tomar una foto de las columnas interiores con la llave en mis manos. Primero, le tomé unas fotos a la llave y luego, este personaje me dijo que podía tomarme algunas fotos dentro. Era obvio que quería una propina, pero como no habían otros turistas, se la tenía bien ganada.
Unos metros más allá, se encontraba el Templo de Hathor, un poco más pequeño que el de Ramses II y en cuya fachada se puede ver a Ramses II con Nefertari y algunos de sus hijos, en estatuas de tamaño menor a las que vimos en el Templo de Ramses II.
Ingresé a este templo y casi inmediatamente, el vigilante se fue hacia una zona un poco alejada de la puerta donde me estaba esperando el guía. Hasta ahora no se si estuve en lo correcto, pero entendí que eso significaba que también podría haber tomado las fotos que quisiera dentro de este templo.
Estuve dentro del templo un buen rato y luego salí en busca del guía para preparar el retorno. Esta vez, todos los demás visitantes (que habían visto los templos antes de mi y me permitieron tomar espléndidas fotos con los templos absolutamente vacíos) estaban esperando que todos los autos estén listos para salir en caravana de vuelta hacia Aswan. Antes de llegar a la cafetería donde estaban todos reunidos pasé por unas tiendas de recuerdos donde fue inevitable comprar algunas cosas para la familia y amigos. Siempre mantuve en mente que se debe regatear hasta el final y si el vendedor no aceptaba nuestra oferta, me debía ir y segundos después, él volvería a mi aceptando el trato (si el precio era razonable, claro). Es increíble pero muchos de los precios que inicialmente piden por algún artículo pueden llegar a ser hasta 3 veces más del valor real. Siendo casi las 11 am, salimos de vuelta hacia Aswan y para esa tarde había conversado con Ahmed para dar un paseo por el Nilo en una felucca. El camino de retorno se hizo muy pesado y mucho más aún considerando lo temprano que me había despertado esa mañana. Creo que lo pasé durmiendo casi todo el viaje. El sol afuera era inclemente pero felizmente el auto tenía aire acondicionado.
Llegué de vuelta a Aswan pasadas las 2 pm y fui hacia el hotel, donde descansé por un par de horas. Decir que caí sobre la cama como una roca no es una exageración, ya que dormí profundamente y si no es por la alarma de mi celular, no llegaba a salir para buscar comida antes del paseo en la felucca (había quedado con Ahmed en encontrarnos a las 5 pm en la recepción de mi hotel). Desperté poco antes de las 4 pm y necesitaba almorzar. Seguí la recomendación de la Lonely Planet y caminé hacia el malecón donde encontré el restaurante Salah ad-Din, el cual tenía una magnífica vista frente al Nilo. Lamentablemente, la poca afluencia de turistas había mermado en el ambiente del local, lucía bastante descuidado y los encargados tenían rostros de nostalgia y emoción a la vez. Me preguntaron de dónde era y cuánto tiempo me quedaría, y con mucha pena me dijeron que su negocio había caído bastante. Pedí cerveza Stella y pollo con una salsa de tomates, papas y verduras que estaba delicioso. A pesar de no tener el apogeo de antaño, el local tiene buena comida y una vista privilegiada. Eran casi las 5 pm y caminé de vuelta hacia el hotel para encontrarme con Ahmed.
Entré al templo y pude ver los diferentes detalles que se guardan dentro, cada columna, cada pared tallada y cada habitación guarda un sin número de historias que me hacen interpretarlas a mi manera. Casi al salir, ocurrió un hecho curioso: el vigilante de la entrada me ofreció una llave de bronce en forma de la cruz de la vida y nos dice que podía tomar una foto de las columnas interiores con la llave en mis manos. Primero, le tomé unas fotos a la llave y luego, este personaje me dijo que podía tomarme algunas fotos dentro. Era obvio que quería una propina, pero como no habían otros turistas, se la tenía bien ganada.
Unos metros más allá, se encontraba el Templo de Hathor, un poco más pequeño que el de Ramses II y en cuya fachada se puede ver a Ramses II con Nefertari y algunos de sus hijos, en estatuas de tamaño menor a las que vimos en el Templo de Ramses II.
Ingresé a este templo y casi inmediatamente, el vigilante se fue hacia una zona un poco alejada de la puerta donde me estaba esperando el guía. Hasta ahora no se si estuve en lo correcto, pero entendí que eso significaba que también podría haber tomado las fotos que quisiera dentro de este templo.
Estuve dentro del templo un buen rato y luego salí en busca del guía para preparar el retorno. Esta vez, todos los demás visitantes (que habían visto los templos antes de mi y me permitieron tomar espléndidas fotos con los templos absolutamente vacíos) estaban esperando que todos los autos estén listos para salir en caravana de vuelta hacia Aswan. Antes de llegar a la cafetería donde estaban todos reunidos pasé por unas tiendas de recuerdos donde fue inevitable comprar algunas cosas para la familia y amigos. Siempre mantuve en mente que se debe regatear hasta el final y si el vendedor no aceptaba nuestra oferta, me debía ir y segundos después, él volvería a mi aceptando el trato (si el precio era razonable, claro). Es increíble pero muchos de los precios que inicialmente piden por algún artículo pueden llegar a ser hasta 3 veces más del valor real. Siendo casi las 11 am, salimos de vuelta hacia Aswan y para esa tarde había conversado con Ahmed para dar un paseo por el Nilo en una felucca. El camino de retorno se hizo muy pesado y mucho más aún considerando lo temprano que me había despertado esa mañana. Creo que lo pasé durmiendo casi todo el viaje. El sol afuera era inclemente pero felizmente el auto tenía aire acondicionado.
Llegué de vuelta a Aswan pasadas las 2 pm y fui hacia el hotel, donde descansé por un par de horas. Decir que caí sobre la cama como una roca no es una exageración, ya que dormí profundamente y si no es por la alarma de mi celular, no llegaba a salir para buscar comida antes del paseo en la felucca (había quedado con Ahmed en encontrarnos a las 5 pm en la recepción de mi hotel). Desperté poco antes de las 4 pm y necesitaba almorzar. Seguí la recomendación de la Lonely Planet y caminé hacia el malecón donde encontré el restaurante Salah ad-Din, el cual tenía una magnífica vista frente al Nilo. Lamentablemente, la poca afluencia de turistas había mermado en el ambiente del local, lucía bastante descuidado y los encargados tenían rostros de nostalgia y emoción a la vez. Me preguntaron de dónde era y cuánto tiempo me quedaría, y con mucha pena me dijeron que su negocio había caído bastante. Pedí cerveza Stella y pollo con una salsa de tomates, papas y verduras que estaba delicioso. A pesar de no tener el apogeo de antaño, el local tiene buena comida y una vista privilegiada. Eran casi las 5 pm y caminé de vuelta hacia el hotel para encontrarme con Ahmed.
Caminé rápido y crucé la avenida principal de forma cuidadosa... aquí nadie cede el paso al peatón y todos deben cruzar corriendo. Faltando unos metros para llegar al hotel vi a Ahmed bajando de la entrada y me disculpé por la tardanza. Casi de inmediato caminamos hacia una de las feluccas ubicadas en el malecón y empezamos el paseo, casi cayendo la tarde. Nos dirigimos hacia el norte, y el resplandor del ocaso hace que los edificios ubicados a lo largo del malecón se tornen de color dorado en contraste con el cielo todavía azul y lo oscuro del río. Estos momentos fueron de mucha paz y descanso, hasta que llegamos a una zona donde estaban anclados todos los cruceros que en épocas mejores recorren el Nilo hasta Luxor, pero que hoy están en desuso por la poquísima afluencia de visitantes. Durante este paseo casi no conversamos, y creo que esa era la idea: lograr conjugarnos con la paz que transmite el Nilo al atardecer frente a la costa de Aswan.
El paseo duró casi 1 hora y bajamos cerca de la plaza central de Aswan. Estando allí caminamos unos metros y Ahmed me invita a conocer su negocio de comida, el cual ha iniciado hace un par de meses en sociedad con su familia. El local servía comida típica egipcia, y a juzgar por las colas que habían frente al mostrador, se puede decir que era un éxito. Además, los buses que llevan gente a otras ciudades como El Cairo o Alexandría paraban frente a este local para que los viajeros puedan comer algo antes de partir. Ahmed pide algo para llevar y se despide, no sin antes expresarle mi agradecimiento por haber organizado todo tan bien. Igual lo vería al día siguiente antes de partir hacia Luxor, pero iba a ser rápido y temprano. Al poco rato, ya estaba nuevamente en el hotel para tomar una ducha y descansar.
Día 7: Jue 26sep13
El auto que me llevaría hacia Luxor llegó al hotel cerca de las 7 am y al poco rato ya había salido con todas mis cosas. Me despedí del recepcionista del hotel a quien agradecí las atenciones y prometí que lo recomendaría en las páginas de viajes. Ahmed estaba dentro del auto y nos despedimos no sin antes expresarle nuevamente mi agradecimiento por toda su ayuda y organización. Los días en Luxor también los iba a hacer con su equipo, así que estaba muy tranquilo porque sabía que todo iba a estar muy bien. Le recordé que unos amigos iban a llegar a Egipto en 3 semanas y que seguramente lo iban a contactar para que hagan el mismo recorrido que él me preparó.
De este modo empezó el viaje hacia Luxor, el cual contemplaba 2 paradas intermedias en los templos de Kom Ombo y Edfu. El conductor iba sólo conmigo, y la única guía que tendría sería la descripción de la Lonely Planet. Para estos recorridos breves iba a estar bien, además que me serviría para pasar algo de tiempo solo. No conversé mucho durante el trayecto, ya que el conductor no hablaba muy bien el inglés (por no decir que era muy básico). Aparte de eso, de rato en rato hablaba por teléfono mientras conducía (lo cual es bastante común en Egipto, además de no utilizar el cinturón de seguridad, pasarse la luz roja, entre otras faltas de tránsito a las que no estoy acostumbrado). Para tener una idea de las distancias, se puede decir que aproximadamente, Kom Ombo está a 40 km al norte de Aswan y Edfu a 60 km al norte de Kom Ombo y 120 km al sur de Luxor, sobre una carretera que recorre el cauce del río Nilo de forma paralela.
El paseo duró casi 1 hora y bajamos cerca de la plaza central de Aswan. Estando allí caminamos unos metros y Ahmed me invita a conocer su negocio de comida, el cual ha iniciado hace un par de meses en sociedad con su familia. El local servía comida típica egipcia, y a juzgar por las colas que habían frente al mostrador, se puede decir que era un éxito. Además, los buses que llevan gente a otras ciudades como El Cairo o Alexandría paraban frente a este local para que los viajeros puedan comer algo antes de partir. Ahmed pide algo para llevar y se despide, no sin antes expresarle mi agradecimiento por haber organizado todo tan bien. Igual lo vería al día siguiente antes de partir hacia Luxor, pero iba a ser rápido y temprano. Al poco rato, ya estaba nuevamente en el hotel para tomar una ducha y descansar.
Día 7: Jue 26sep13
El auto que me llevaría hacia Luxor llegó al hotel cerca de las 7 am y al poco rato ya había salido con todas mis cosas. Me despedí del recepcionista del hotel a quien agradecí las atenciones y prometí que lo recomendaría en las páginas de viajes. Ahmed estaba dentro del auto y nos despedimos no sin antes expresarle nuevamente mi agradecimiento por toda su ayuda y organización. Los días en Luxor también los iba a hacer con su equipo, así que estaba muy tranquilo porque sabía que todo iba a estar muy bien. Le recordé que unos amigos iban a llegar a Egipto en 3 semanas y que seguramente lo iban a contactar para que hagan el mismo recorrido que él me preparó.
De este modo empezó el viaje hacia Luxor, el cual contemplaba 2 paradas intermedias en los templos de Kom Ombo y Edfu. El conductor iba sólo conmigo, y la única guía que tendría sería la descripción de la Lonely Planet. Para estos recorridos breves iba a estar bien, además que me serviría para pasar algo de tiempo solo. No conversé mucho durante el trayecto, ya que el conductor no hablaba muy bien el inglés (por no decir que era muy básico). Aparte de eso, de rato en rato hablaba por teléfono mientras conducía (lo cual es bastante común en Egipto, además de no utilizar el cinturón de seguridad, pasarse la luz roja, entre otras faltas de tránsito a las que no estoy acostumbrado). Para tener una idea de las distancias, se puede decir que aproximadamente, Kom Ombo está a 40 km al norte de Aswan y Edfu a 60 km al norte de Kom Ombo y 120 km al sur de Luxor, sobre una carretera que recorre el cauce del río Nilo de forma paralela.
Así, llegamos a la primera parada: el Templo de Kom Ombo. El conductor de detiene y esperaría por mi afuera con todas mis cosas. Me dio un poco de temor que el tipo desapareciera con mis cosas pero ya estaba allí así que bajé mi cámara, el libro y cosas personales. En la caseta de vigilancia de la entrada habían 2 personas casi durmiendo que parecían no haber visto a un turista en días y me dejaron pasar sin decir nada. Me acerqué a la ventanilla donde compraría el ticket de ingreso y vi como los restaurantes y negocios de souvenirs frente al templo están todos cerrados y polvorientos.
Una verdadera lástima viendo que justo en frente de tiene una hermosa vista del río Nilo y los campos llenos de sembríos de caña de azúcar. La persona que me iba a vender los tickets no estaba en su ubicación sino en otra oficina y cuando se dio cuenta de mi presencia vino casi corriendo con otras personas detrás, que querían venderme telas y recuerdos. No compré nada a pesar de la insistencia y subí hacia el templo.
El ingreso al Templo de Kom Ombo era imponente, y el estado de conservación muy bueno. Como referencia, es importante saber que este templo es único en Egipto ya que le rinde culto a 2 figuras: Haroeris (el antiguo Horus) y Sobek (dios con forma de cocodrilo).
Una verdadera lástima viendo que justo en frente de tiene una hermosa vista del río Nilo y los campos llenos de sembríos de caña de azúcar. La persona que me iba a vender los tickets no estaba en su ubicación sino en otra oficina y cuando se dio cuenta de mi presencia vino casi corriendo con otras personas detrás, que querían venderme telas y recuerdos. No compré nada a pesar de la insistencia y subí hacia el templo.
El ingreso al Templo de Kom Ombo era imponente, y el estado de conservación muy bueno. Como referencia, es importante saber que este templo es único en Egipto ya que le rinde culto a 2 figuras: Haroeris (el antiguo Horus) y Sobek (dios con forma de cocodrilo).
Esto se interpreta a partir de la simetría en la distribución del templo, cuyo lado izquierdo se dedicaba a Haroeris y el derecho a Sobek. Las columnas que soportan parte del conjunto tenían muchos detalles y jeroglíficos, así como las paredes de todos los ambientes y los umbrales de las puertas que los conectaban.
A pesar que este templo no era muy grande, estando dentro se podía apreciar una notable distribución de los salones y pasillos. Ya saliendo, hacia el lado derecho si uno mira la entrada el templo, emergía una edificación en forma de torre que sobresale del resto con una altura considerable. Salí del templo y subí al auto para dirigirnos hacia Edfu, no sin antes sortear nuevamente a los vendedores de recuerdos en basalto y telas.
Casi una hora después, llegamos a Edfu. Cruzamos el centro del poblado y llegamos al ingreso del templo, el cual estaba completamente vacío. Nuevamente el auto me esperaría afuera mientras hacía el recorrido de este templo dedicado al dios halcón: Horus. Al ingresar me encontraría con un grupo de arqueólogos que estaban realizando trabajos de restauración en el templo, justo sobre el ingreso principal.
Crucé dicho ingreso y llegué a un amplio salón descubierto con 2 estatuas de Horus que vigilaban el ingreso a los salones interiores del templo. Dentro de los salones se pueden ver magníficas escrituras en la paredes y columnas, las cuales fueron descifradas como textos de rituales y recetas de fragancias, así como ofrendas a Horus.
Más allá, al fondo, se encontraba el santuario de Horus y a unos metros una réplica de la barca de madera en la que llevaban a Horus en procesión cuando habían festividades (la original se encuentra en Louvre, París). Un poco cansado por el tremendo calor, subí al auto para emprender el último tramo del viaje hacia Luxor.
Después de casi 2 horas, y habiendo dormido casi todo el último tramo del viaje, llegamos a Luxor. Al cruzar algunas calles de la ciudad, el conductor se detiene frente al magnífico hotel Winter Palace de Sofitel. Me sentí un poco confundido, porque yo le había dicho que mi reserva era en el Pavilion Winter pero él insiste que este era mi hotel. Un poco desconfiado bajé del auto y casi de inmediato me reciben los compañeros de Ahmed, quienes me confirman que este era el lugar correcto. Un botones me ayuda a cargar mi maleta y subí las escaleras cubiertas con una alfombra roja para entrar a la impresionante recepción del hotel. Yo estaba convencido que había un error, ya que mi reserva la había hecho por internet a un precio de hotel de 3 estrellas, y al pararme frente a recepción pude ver el precio de las habitaciones entre € 450 y 1 000!!! Sin embargo, el recepcionista me dice que todo es correcto, mi reserva de US$ 225 por 3 noches estaba ya cargada a mi tarjeta.
Después de entregar mis documentos y saber que (aparentemente) todo estaba bien, regreso con los guías para conversar sobre el plan para mi estadía en Luxor. Ellos me dicen que podíamos empezar esa misma tarde yendo al Templo de Luxor, que estaba a pocos metros el hotel. Acepté y acordamos en vernos después de 2 horas, a las 6 pm. Quería acomodarme, tomar un baño y salir a almorzar. El conserje asignado a mi cuenta me dio un tour por algunos de los salones del hotel como el salón donde tomaría desayuno (incluido en la tarifa), otro restaurante donde podríamos comer si así lo decidíamos (1886, de 5 tenedores y precios de espanto) y la piscina. Me fui a la habitación, que estaba cruzando el hermoso jardín posterior del hotel, y creo que sin temor a equivocarme puedo decir que era la mejor suite que había pagado en mi vida. El cuarto era amplísimo, con una cama inmensa, baño grande y un balcón inmenso con vista a la piscina. Todo de lujo. Con ese gusto, decidí descansar un rato, darme una ducha y salir a comer.
Pensé ir a almorzar a un restaurante muy recomendado por Lonely Planet, el Sofra, ubicado a unas cuadras del hotel pero que, siendo las 5 pm, opté por tomar un taxi. Subí al piso superior y dada la hora, era el único comensal. La atención fue muy buena, pedí unos platos deliciosos preparados con pollo y cordero, acompañados de ensalada y verduras. Los jugos, que eran naturales, estaban hechos a base de limón y granada. Comí un poco apurado y agradecí mucho la cálida atención, salí casi corriendo y tomé el taxi de retorno al hotel.
Eran las 6:30 pm y el guía ya estaba esperándome en el hotel. Me disculpé y sin demora salimos hacia el Templo de Luxor. A pesar que estaba muy cerca, fuimos en auto quizás porque el guía quería anticiparse a lo insistentes que pueden ser las personas que ofrecen paseos en carretas tiradas por caballos. Parecía un paseo muy bonito pero el guía me advierte que no caiga en la trampa, lo ofrecen por LE 5 si no les hacía caso lo rebajaban a 2 y hasta por 1 la hora. El tema venía al momento de pagar, estos malhechores luego decían que eran LE 500, 200 ó 100 (en algunos casos el 1 significaba 1 000) y si te negabas a pagar eran capaces de seguirte hasta el hotel y hacer tremendo escándalo.
En fin, volviendo al templo, casi anocheciendo entré y sinceramente creo que se veía mucho más bonito de noche, iluminado estratégicamente para resaltar los detalles del obelisco, columnas y amplios ambientes que prácticamente están a la vista de cualquier transeúnte. Este templo fue construido por Amenhotep III y Ramses II, y tiene un acceso adornado por unas esfinges alineadas una frente a otra, a lo largo de en un camino de 3 km que se conectaba con el Templo de Karnak (actualmente, este camino está parcialmente descubierto). En la parte frontal del templo, una estatua de Ramses II y un obelisco majestuoso adornan la fachada. Antiguamente, había otro obelisco en esta zona pero fue enviado a París y actualmente se puede ver en la Plaza de la Concordia.
Dentro del complejo, se encuentra la mezquita de Abu al-Haggag al lado del salón de Ramses II y unos metros más allá, un pasaje adornado por columnas que conducen al salón de Amenhotep III. El guía me dio una explicación muy nutrida de las historia de este templo y luego me dejó un tiempo para tomar varias fotos, hasta que uno de los vigilantes me dijo que estaban a punto de cerrar. Regresé al hotel a descansar ya que al día siguiente tenía que ir al Valle de los Reyes y el West Bank.
Día 8: Vie 27sep13
Desperté muy temprano después de haber dormido de la forma más placentera posible. Bajé a desayunar y nuevamente fui el único comensal en el comedor, que era impecable y ni qué decir del desayuno, frutas picadas, jugos naturales, una fuente de panes, fiambres, quesos, mermelada, café y leche. Demasiado bueno. Siendo las 8 am, me encontré con el guía en la recepción del hotel y salimos hacia el West Bank. Llevé bastante agua y ropa muy cómoda porque esa zona estaba en medio del desierto y casi no iba a tener sombra. Primero nos detuvimos frente a los monumentos de Memnon, dos imponentes colosos que nos daban la bienvenida al Valley of Kings (Valle de los Reyes) donde se guardan 63 tumbas reales pertenecientes al periodo del Nuevo Reino.
Con el pago de la entrada, tenía derecho a ingresar a 3 tumbas y a pesar de haber salido temprano del hotel vi que ya habían algunos visitantes en la zona, entre ellos nuevamente los 4 turistas japoneses que había visto en Aswan. Me saludan desde lejos ya que ellos ya estaban saliendo y yo recién llegando. El paisaje que me rodeaba era de película, desértico en su totalidad y con empinadas colinas rocosas que se tornan de un color anaranjado pálido.
Casi una hora después, llegamos a Edfu. Cruzamos el centro del poblado y llegamos al ingreso del templo, el cual estaba completamente vacío. Nuevamente el auto me esperaría afuera mientras hacía el recorrido de este templo dedicado al dios halcón: Horus. Al ingresar me encontraría con un grupo de arqueólogos que estaban realizando trabajos de restauración en el templo, justo sobre el ingreso principal.
Crucé dicho ingreso y llegué a un amplio salón descubierto con 2 estatuas de Horus que vigilaban el ingreso a los salones interiores del templo. Dentro de los salones se pueden ver magníficas escrituras en la paredes y columnas, las cuales fueron descifradas como textos de rituales y recetas de fragancias, así como ofrendas a Horus.
Más allá, al fondo, se encontraba el santuario de Horus y a unos metros una réplica de la barca de madera en la que llevaban a Horus en procesión cuando habían festividades (la original se encuentra en Louvre, París). Un poco cansado por el tremendo calor, subí al auto para emprender el último tramo del viaje hacia Luxor.
Después de casi 2 horas, y habiendo dormido casi todo el último tramo del viaje, llegamos a Luxor. Al cruzar algunas calles de la ciudad, el conductor se detiene frente al magnífico hotel Winter Palace de Sofitel. Me sentí un poco confundido, porque yo le había dicho que mi reserva era en el Pavilion Winter pero él insiste que este era mi hotel. Un poco desconfiado bajé del auto y casi de inmediato me reciben los compañeros de Ahmed, quienes me confirman que este era el lugar correcto. Un botones me ayuda a cargar mi maleta y subí las escaleras cubiertas con una alfombra roja para entrar a la impresionante recepción del hotel. Yo estaba convencido que había un error, ya que mi reserva la había hecho por internet a un precio de hotel de 3 estrellas, y al pararme frente a recepción pude ver el precio de las habitaciones entre € 450 y 1 000!!! Sin embargo, el recepcionista me dice que todo es correcto, mi reserva de US$ 225 por 3 noches estaba ya cargada a mi tarjeta.
Después de entregar mis documentos y saber que (aparentemente) todo estaba bien, regreso con los guías para conversar sobre el plan para mi estadía en Luxor. Ellos me dicen que podíamos empezar esa misma tarde yendo al Templo de Luxor, que estaba a pocos metros el hotel. Acepté y acordamos en vernos después de 2 horas, a las 6 pm. Quería acomodarme, tomar un baño y salir a almorzar. El conserje asignado a mi cuenta me dio un tour por algunos de los salones del hotel como el salón donde tomaría desayuno (incluido en la tarifa), otro restaurante donde podríamos comer si así lo decidíamos (1886, de 5 tenedores y precios de espanto) y la piscina. Me fui a la habitación, que estaba cruzando el hermoso jardín posterior del hotel, y creo que sin temor a equivocarme puedo decir que era la mejor suite que había pagado en mi vida. El cuarto era amplísimo, con una cama inmensa, baño grande y un balcón inmenso con vista a la piscina. Todo de lujo. Con ese gusto, decidí descansar un rato, darme una ducha y salir a comer.
Pensé ir a almorzar a un restaurante muy recomendado por Lonely Planet, el Sofra, ubicado a unas cuadras del hotel pero que, siendo las 5 pm, opté por tomar un taxi. Subí al piso superior y dada la hora, era el único comensal. La atención fue muy buena, pedí unos platos deliciosos preparados con pollo y cordero, acompañados de ensalada y verduras. Los jugos, que eran naturales, estaban hechos a base de limón y granada. Comí un poco apurado y agradecí mucho la cálida atención, salí casi corriendo y tomé el taxi de retorno al hotel.
Eran las 6:30 pm y el guía ya estaba esperándome en el hotel. Me disculpé y sin demora salimos hacia el Templo de Luxor. A pesar que estaba muy cerca, fuimos en auto quizás porque el guía quería anticiparse a lo insistentes que pueden ser las personas que ofrecen paseos en carretas tiradas por caballos. Parecía un paseo muy bonito pero el guía me advierte que no caiga en la trampa, lo ofrecen por LE 5 si no les hacía caso lo rebajaban a 2 y hasta por 1 la hora. El tema venía al momento de pagar, estos malhechores luego decían que eran LE 500, 200 ó 100 (en algunos casos el 1 significaba 1 000) y si te negabas a pagar eran capaces de seguirte hasta el hotel y hacer tremendo escándalo.
En fin, volviendo al templo, casi anocheciendo entré y sinceramente creo que se veía mucho más bonito de noche, iluminado estratégicamente para resaltar los detalles del obelisco, columnas y amplios ambientes que prácticamente están a la vista de cualquier transeúnte. Este templo fue construido por Amenhotep III y Ramses II, y tiene un acceso adornado por unas esfinges alineadas una frente a otra, a lo largo de en un camino de 3 km que se conectaba con el Templo de Karnak (actualmente, este camino está parcialmente descubierto). En la parte frontal del templo, una estatua de Ramses II y un obelisco majestuoso adornan la fachada. Antiguamente, había otro obelisco en esta zona pero fue enviado a París y actualmente se puede ver en la Plaza de la Concordia.
Dentro del complejo, se encuentra la mezquita de Abu al-Haggag al lado del salón de Ramses II y unos metros más allá, un pasaje adornado por columnas que conducen al salón de Amenhotep III. El guía me dio una explicación muy nutrida de las historia de este templo y luego me dejó un tiempo para tomar varias fotos, hasta que uno de los vigilantes me dijo que estaban a punto de cerrar. Regresé al hotel a descansar ya que al día siguiente tenía que ir al Valle de los Reyes y el West Bank.
Día 8: Vie 27sep13
Desperté muy temprano después de haber dormido de la forma más placentera posible. Bajé a desayunar y nuevamente fui el único comensal en el comedor, que era impecable y ni qué decir del desayuno, frutas picadas, jugos naturales, una fuente de panes, fiambres, quesos, mermelada, café y leche. Demasiado bueno. Siendo las 8 am, me encontré con el guía en la recepción del hotel y salimos hacia el West Bank. Llevé bastante agua y ropa muy cómoda porque esa zona estaba en medio del desierto y casi no iba a tener sombra. Primero nos detuvimos frente a los monumentos de Memnon, dos imponentes colosos que nos daban la bienvenida al Valley of Kings (Valle de los Reyes) donde se guardan 63 tumbas reales pertenecientes al periodo del Nuevo Reino.
Con el pago de la entrada, tenía derecho a ingresar a 3 tumbas y a pesar de haber salido temprano del hotel vi que ya habían algunos visitantes en la zona, entre ellos nuevamente los 4 turistas japoneses que había visto en Aswan. Me saludan desde lejos ya que ellos ya estaban saliendo y yo recién llegando. El paisaje que me rodeaba era de película, desértico en su totalidad y con empinadas colinas rocosas que se tornan de un color anaranjado pálido.
El guía me explica todos los antecedentes y las diferentes tumbas que hay en la zona, y me recomienda entrar a las que según su criterio, eran las de mejor conservación y vistosas. Por un adicional se puede ingresar a la tumba de Tutankhamon pero decidí no hacerlo. Las tumbas que visité fueron (en ese orden) Merenptah, Ramses III y Ramses IV. La primera de ellas, es la del hijo 13 de Ramses II, quien lo sucedió en el trono después que sus 12 hermanos mayores murieran antes que su padre. Esta es la segunda tumba más grande del valle y la decoración interior es muy bonita, con un aspecto curioso: el sarcófago de granito se encuentra en una habitación antes de la principal, dado que según se entiende, los encargados de la construcción de esta tumba cometieron un error en el cálculo de la puerta a la recámara final. Como anécdota, uno de los vigilantes de la tumba, al verme ingresar, corrió hacia mi y a medida que iba avanzando me quería explicar en un inglés primario cada mural y yo ya sabía que lo que él quería era dinero. La agradecí el interés y le dije que ya tenía un guía y podía recorrer la tumba por mi cuenta, y felizmente así fue.
La siguiente tumba, la de Ramses III, es una de las más extensas y estaba decorada de forma muy colorida. El techo estaba pintado de azul y detalles de estrellas en amarillo, que se mantenían de forma asombrosa a pesar del paso de los años. A través del recorrido se puede ver que uno de los pasajes se interrumpe súbitamente y el túnel cambia de alineamiento hasta la cámara final. Al igual que en la primera tumba, uno de los vigilantes se acercó y me quiso pedir la cámara para tomarme unas fotos pero no acepté y me dejó apreciar la tumba. Algo que para ese entonces ya me llamaba la atención era que a pesar que estaba dentro de las tumbas, varios metros por debajo de la superficie, y a pesar del calor que hacía afuera, se sentía bastante fresco allá adentro. Personalmente, era una tortura estar afuera atiendo la explicación del guía sintiendo mucho calor y rodeado de mosquitos y avispas. Por este motivo, recomiendo mucho que los visitantes lleven bloqueador solar y repelente de bichos. Finalmente, entré a la tumba de Ramses IV, la cual estaba un poco más deteriorada que las anteriores pero muestra detalles de la diosa Nut, lo que la hace particular.
Salí de las tumbas y me llevaron hacia el Templo de Hatshepsut. Este impresionante templo no se parece a los vistos anteriormente, ya que se encuentra emplazado casi apoyándose sobre la pared posterior de roca y está conformado por 3 terrazas muy amplias. Según cuenta la leyenda, este templo fue construido por uno de los mejores arquitectos de la época, quien se presume fue amante de Hatshepsut.
Ella asume el trono cuando su esposo murió, el faraón Tuthmosis II, y el guía me explicó que su gobierno fue de bastante crecimiento y pacífico, lo cual significó que los siguientes faraones tengan que asumir disputas posteriores con los vecinos, debido a un eventual debilitamiento de sus ejércitos y posibles invasiones. Lo curioso en este templo, era que Hatshepsut se mostraba en muchas de sus representaciones como si fuera varón, con una barba falsa y silueta masculina. A su muerte, algunos trataron de borrar su legado borrando su rostro de las paredes y columnas del templo. Aún así, el templo lucía realmente magnífico cuando era visto desde lejos, y también estando dentro. Era casi mediodía y el calor me estaba agotando. Me faltaba ver las tumbas de los nobles (las cuales vi desde la carretera por falta de tiempo) y el Valle de las Reinas. Esa misma tarde debía ver el Templo de Karnak.
Después de algunos minutos y caminar bajo el sol implacable, llegué al Valle de las Reinas. En este complejo, mucho menos amplio que el Valle de los Reyes, se guardan 75 tumbas de reinas y miembros de la realeza de ese entonces. Al llegar a la zona de explicación, donde había sombra, el guía y yo ya estábamos en medio de una amplia y abierta conversación sobre las decisiones políticas de algunos países occidentales hacia los países árabes. El guía me dio su punto de vista, y los motivos que lo llevan a pensar que el gobierno de Estados Unidos abusa de su poderío militar al entrar en conflictos con muchos países de la zona, a cambio de beneficios para la obtención de recursos naturales. Sin embargo, él sabe que este no es el sentir general del pueblo norteamericano y que las personas de este país que ha conocido no comparten la forma de actuar de su gobierno. También hablamos de los últimos gobiernos egipcios y como han perjudicado el turismo en el país, y finalmente, su expresión facial y tono de sus palabras cambian cuando se refiere a los israelitas. A él no le gustaba ese país, ni su gente. En su opinión, los israelitas (gobierno y población) tienen una forma de pensar muy radical hacia sus vecinos árabes y han maltratado a los palestinos invadiendo sus tierras y desterrándolos. No quisimos entrar en detalles u opiniones, porque no conozco el tema en profundidad y porque era obvio que en temas asociados a la religión, siempre es mejor no meterse.
Estando en el Valle de las Reinas pude ingresar a 2 tumbas, donde vi las paredes interiores decoradas de una forma menos esmerada que las tumbas de los reyes pero que también se mantienen en buen estado de conservación. No estuve mucho tiempo en esta zona, ya que le pedí al guía ir al Templo de Karnak (que estaba cerca al hotel) inmediatamente después de esta parada, dejando el almuerzo para el final (se podría decir que a modo de cena).
Y así fue. Siendo casi las 3 pm llegamos al Templo de Karnak, que es mucho más extenso y complejo que el Templo de Luxor (cubre un área de aproximadamente 2 km2), con innumerables muros y columnas grabadas con escrituras ancestrales.
Este complejo contiene el templo de Amun-Ra, los obeliscos de Hatshepsut y una escultura en honor a un escarabajo sagrado. En la parte posterior del templo, se pueden ver 2 obeliscos y una fuente de agua donde unos perros se estaban refrescando. El guía se explayó bastante bien en la explicación de muchos de los ambientes de este templo, teniendo además la ventaja de no estar rodeado de turistas por las circunstancias antes expuestas.
Terminamos el recorrido casi a las 5:30 pm y finalmente, pude almorzar. Revisé la guía y allí recomendaban el restaurante As Sahaby Lane que estaba cerca del Templo de Karnak, y que además de servir buena comida, tenía una terraza desde donde se tenía una buena vista del atardecer en Luxor y el río Nilo. Al llegar, me di cuenta que este restaurante era parte de un hotel y sus empleados estaban afuera fumando. Pregunté por el menú y me dijeron que no tenían todo pero que podían preparar algunas cosas (no había mucha afluencia de turistas). Acepté y subí a la terraza, sin saber que lo único que me ofrecerían sería hamburguesa, filete de pollo y ensalada. Lamentablemente, estaba con tanta hambre que no lo pensé y pedí lo que había. Al final, me sentí insatisfecho y en definitiva, no recomendaría este lugar a algún amigo. Era la primera vez que la Lonely Planet me fallaba, pero entiendo que era por el bajón turístico en el país. Regresé al hotel para tomar unas cervezas frente a la piscina y alistar algunas cosas.
Esa noche ocurrió algo que personalmente me incomodó bastante. Durante la tarde, el guía me había ofrecido tomar un paseo en globo para el día siguiente. No le confirmé mi conformidad, pero le dije que lo pensaría (ya que no dejaba de pensar en los seguros, coberturas y prestigio de la empresa que lleva a cabo estos paseos). Entonces, estaba frente al bar en la piscina del hotel cuando de pronto se acerca el conserje del hotel con un celular en la mano, diciendo que tenía una llamada. Era un vendedor de una empresa que organiza los paseos en globo: Sindbad. Esta persona me estaba ofreciendo un paseo a un precio superior al que me había comentado nuestro guía, diciendo que iría en un globo privado sólo para mi y el piloto, además de 2 personas de apoyo. Le dije que por ese precio no estaba interesado pero insistió mucho y le tuve que cortar diciéndole que no estaba en mis planes.
Lo que yo no esperaba, era que esta persona me iría a buscar hasta el hotel, es más, en la recepción lo dejaron entrar hasta la piscina y prácticamente me estaba acosando frente a frente. No me gustó que lo hayan dejado acercarse de ese modo, pero como estaba frente a mi, lo escuché. Me dijo que la seguridad estaba garantizada (nunca vi la póliza) y hasta me dio un descuento mayor. Le pedí unos minutos para pensarlo y evaluar. Rápidamente vi los comentarios y su reputación en tripadvisor y como tenía muy buena calificación acepté su oferta por LE 1 200 y le di un adelanto de LE 200. Una persona me pasaría a buscar muy temprano al día siguiente (4:30 am) para ir a la zona de abordar (en el West Bank) y volaría por 45 minutos sobre el Valle de los Reyes, el Templo de Hatshepsut, etc. De todos modos, dejé el comentario de la seguridad en el hotel para que lo tomen en cuenta. Antes de ir a dormir, al pagar mi cuenta en el bar, el barman me dijo que la empresa de los paseos en globo era muy seria y que muchos turistas habían disfrutado mucho la experiencia. Esta última señal me dejó una buena espina.
Día 9: Sab 28sep13
Me desperté muy temprano y una persona ya me estaba esperando en recepción. Fuimos hacia el muelle, que estaba justo frente al hotel, y abordamos una lancha pequeña para cruzar el río Nilo hacia el West Bank, donde nos esperaba una mini van. Allí estábamos el vendedor de la noche anterior, el piloto, los 2 ayudantes de tripulación y yo. Conversamos muy poco, hasta que llegamos al lugar donde otro grupo de personas estaban preparando el globo para despegar antes del amanecer.
El piloto se presentó conmigo y bromeó un poco, parecía una persona muy agradable. Cuando el globo estaba casi inflado, tomé algunas fotos y antes de subir me dieron las indicaciones de seguridad básicas, así como las instrucciones para el aterrizaje. Subí al globo y al poco rato ya estaba volando.
Esa noche ocurrió algo que personalmente me incomodó bastante. Durante la tarde, el guía me había ofrecido tomar un paseo en globo para el día siguiente. No le confirmé mi conformidad, pero le dije que lo pensaría (ya que no dejaba de pensar en los seguros, coberturas y prestigio de la empresa que lleva a cabo estos paseos). Entonces, estaba frente al bar en la piscina del hotel cuando de pronto se acerca el conserje del hotel con un celular en la mano, diciendo que tenía una llamada. Era un vendedor de una empresa que organiza los paseos en globo: Sindbad. Esta persona me estaba ofreciendo un paseo a un precio superior al que me había comentado nuestro guía, diciendo que iría en un globo privado sólo para mi y el piloto, además de 2 personas de apoyo. Le dije que por ese precio no estaba interesado pero insistió mucho y le tuve que cortar diciéndole que no estaba en mis planes.
Lo que yo no esperaba, era que esta persona me iría a buscar hasta el hotel, es más, en la recepción lo dejaron entrar hasta la piscina y prácticamente me estaba acosando frente a frente. No me gustó que lo hayan dejado acercarse de ese modo, pero como estaba frente a mi, lo escuché. Me dijo que la seguridad estaba garantizada (nunca vi la póliza) y hasta me dio un descuento mayor. Le pedí unos minutos para pensarlo y evaluar. Rápidamente vi los comentarios y su reputación en tripadvisor y como tenía muy buena calificación acepté su oferta por LE 1 200 y le di un adelanto de LE 200. Una persona me pasaría a buscar muy temprano al día siguiente (4:30 am) para ir a la zona de abordar (en el West Bank) y volaría por 45 minutos sobre el Valle de los Reyes, el Templo de Hatshepsut, etc. De todos modos, dejé el comentario de la seguridad en el hotel para que lo tomen en cuenta. Antes de ir a dormir, al pagar mi cuenta en el bar, el barman me dijo que la empresa de los paseos en globo era muy seria y que muchos turistas habían disfrutado mucho la experiencia. Esta última señal me dejó una buena espina.
Día 9: Sab 28sep13
Me desperté muy temprano y una persona ya me estaba esperando en recepción. Fuimos hacia el muelle, que estaba justo frente al hotel, y abordamos una lancha pequeña para cruzar el río Nilo hacia el West Bank, donde nos esperaba una mini van. Allí estábamos el vendedor de la noche anterior, el piloto, los 2 ayudantes de tripulación y yo. Conversamos muy poco, hasta que llegamos al lugar donde otro grupo de personas estaban preparando el globo para despegar antes del amanecer.
El piloto se presentó conmigo y bromeó un poco, parecía una persona muy agradable. Cuando el globo estaba casi inflado, tomé algunas fotos y antes de subir me dieron las indicaciones de seguridad básicas, así como las instrucciones para el aterrizaje. Subí al globo y al poco rato ya estaba volando.
La vista del valle es realmente hermosa desde el cielo, vi el amanecer en pleno y los sitios que había visitado la mañana anterior desde otra perspectiva. Fue una experiencia muy bonita y sobretodo, nunca sentí que estaba poniendo en riesgo mi seguridad. A terminar, me llevaron de vuelta al hotel, tomé desayuno y volví al cuarto a dormir lo que me faltaba.
Este día quise dedicarlo a descansar y disfrutar del hotel. Había estado casi todo el tiempo fuera y el cansancio se estaba acumulando. Después de desayunar dormí hasta las 11 am, tomé un baño y salí a buscar un recuerdo que quería comprar desde que salí de Lima: unos dijes en oro en forma de los cartuchos egipcios con nombres en el antiguo lenguaje egipcio. Caminé por la calle frente al Templo de Luxor (fue la primera vez que caminé tanto en esta ciudad) y rápidamente sentí el acoso de la gente: unos ofrecen paseos en carretas tiradas por caballos a LE 5 y hasta 2 (lo que en realidad era LE 500 y 200!) y un niño se me acerca pidiendo dinero... se le notaba que era pura majadería, me decía que tenía hambre y me jalaba del brazo. No le hacía caso, ni le hablé pero él insistía de una forma insoportable. Mientras pedía dinero se reía de una forma que me daba más impaciencia que compasión... Los vendedores de la zona le decían que me deje en paz pero él se reía y no hacía caso. Pasé frente a un McDonald's y este niño me pidió que le invite a comer... obvio que no acepté y recién me libré de él al entrar en una joyería.
En esta joyería no encontré lo que estaba buscando, pero obtuve un poco de paz y la recomendación de otra joyería a pocos metros que sí tenían los benditos cartuchos. Así, llegué a la joyería correcta (de nombre San Stephano), y un señor muy amable nos atiende con mucha paciencia y ofrece lo que tiene, en plata y oro, pero a precios algo elevados. Después de afinar detalles y obtener un descuento, había cerrado un trato por unas joyas en plata para regalar a la familia. Debía esperar 1 hora para recoger las joyas listas, así que fui a comer algo a un lugar cercano... y regresé al McDonald's que había pasado metros atrás. Como era algo rápido y necesitaba un lugar tranquilo para esperar, fui allí. Y el lugar cumplió su cometido. Regresé a recoger las joyas, pagué y me fui de vuelta al hotel. Me eché a dormir un poco más y dejé las cosas listas hasta esperar el auto que me llevaría hasta el aeropuerto de Luxor. Tenía vuelo hacia Ammán haciendo escala en El Cairo a las 11:25 de esa noche.
Siendo las 8:30 pm, llega mi guía de los últimos 2 días y fue él quien me llevó al aeropuerto. Llegamos rápido y algo temprano para el vuelo, pero era necesario para estar tranquilo y esperar. Lo que no sabía era que este aeropuerto era bastante pequeño y no había mucho que hacer para matar el rato. Me registré, la maleta la mandaron directo a Ammán y estaría llegando a El Cairo a las 12:30 am del domingo, aproximadamente. Mi vuelo hacia Ammán saldría recién el domingo a las 8:40 am por lo que esa noche la pasaría en el aeropuerto. Lo malo fue que al llegar, a pesar de tener vuelo en conexión, los agentes de seguridad me dijeron, así como a todos los demás, que tenía que salir a la zona previa a control de pasaportes (casi donde todo el mundo llega a esperar a sus familiares o amigos) y debía esperar allí hasta las 5 am que podía registrarme y pasar control migratorio. Fue realmente pesado tratar de dormir en esa zona, hacia algo de frío y los asientos eran muy incómodos. Felizmente, la espera no fue muy extensa y unas horas después pude registrarme.
[Continúa en la siguiente entrada Jordania 2013...]
En esta joyería no encontré lo que estaba buscando, pero obtuve un poco de paz y la recomendación de otra joyería a pocos metros que sí tenían los benditos cartuchos. Así, llegué a la joyería correcta (de nombre San Stephano), y un señor muy amable nos atiende con mucha paciencia y ofrece lo que tiene, en plata y oro, pero a precios algo elevados. Después de afinar detalles y obtener un descuento, había cerrado un trato por unas joyas en plata para regalar a la familia. Debía esperar 1 hora para recoger las joyas listas, así que fui a comer algo a un lugar cercano... y regresé al McDonald's que había pasado metros atrás. Como era algo rápido y necesitaba un lugar tranquilo para esperar, fui allí. Y el lugar cumplió su cometido. Regresé a recoger las joyas, pagué y me fui de vuelta al hotel. Me eché a dormir un poco más y dejé las cosas listas hasta esperar el auto que me llevaría hasta el aeropuerto de Luxor. Tenía vuelo hacia Ammán haciendo escala en El Cairo a las 11:25 de esa noche.
Siendo las 8:30 pm, llega mi guía de los últimos 2 días y fue él quien me llevó al aeropuerto. Llegamos rápido y algo temprano para el vuelo, pero era necesario para estar tranquilo y esperar. Lo que no sabía era que este aeropuerto era bastante pequeño y no había mucho que hacer para matar el rato. Me registré, la maleta la mandaron directo a Ammán y estaría llegando a El Cairo a las 12:30 am del domingo, aproximadamente. Mi vuelo hacia Ammán saldría recién el domingo a las 8:40 am por lo que esa noche la pasaría en el aeropuerto. Lo malo fue que al llegar, a pesar de tener vuelo en conexión, los agentes de seguridad me dijeron, así como a todos los demás, que tenía que salir a la zona previa a control de pasaportes (casi donde todo el mundo llega a esperar a sus familiares o amigos) y debía esperar allí hasta las 5 am que podía registrarme y pasar control migratorio. Fue realmente pesado tratar de dormir en esa zona, hacia algo de frío y los asientos eran muy incómodos. Felizmente, la espera no fue muy extensa y unas horas después pude registrarme.
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